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¿El lenguaje inclusivo llega a la iglesia luterana de Suecia?

En estos tiempos en que la noción de género y el dominio histórico del hombre sobre la mujer parecen haber entrado de lleno en las discusiones públicas, la iglesia luterana de Suecia tomó la decisión de abandonar el uso del pronombre masculino para referirse a Dios, una medida que además de las resonancias contemporáneas que puede tener con otros fenómenos, se inscribe en un proceso de reforma que la institución eclesiástica puso en marcha desde hace 31 años.

La confesión luterana es la más popular del país escandinavo, con poco más de 6 millones de personas bautizadas en su fe, de los 10 millones que lo habitan. Además, actualmente es dirigido por una mujer, la arzobispo (¿arzobispa?) Antje Jackelén, característica que quizá sea inédita en la historia no sólo de la iglesia luterana sino en general de todas las religiones, que prácticamente desde la Antigüedad y salvo por ciertos cultos, han estado encabezadas por hombres.

En medio del uso cada vez más frecuente del llamado “lenguaje inclusivo” –que, como su nombre indica, busca llevar al nivel del habla cotidiana la equidad de los géneros–, la medida se justificó también en un marco teológico, pues según declaró Jackelén al diario inglés The Guardian, “Dios está más allá de las determinaciones de género”.

Sea como fuere, la decisión también nos recuerda que las religiones, como las sociedades, fueron durante muchos años matriarcales –de ahí la existencia de deidades femeninas y cultos a la fertilidad– y que, por ello mismo, no es cierto que el mundo como lo conocemos sea o haya sido el único posible. Hasta la idea de Dios es susceptible de modificación.