En 1938 un grupo de investigadores de Harvard empezó a registrar la salud de 268 estudiantes de la misma universidad, en un estudio longitudinal que es considerado actualmente una de las más importantes investigaciones sobre los factores que llevan a una vida longeva y satisfactoria. 19 estudiantes siguen vivos, tienen más de 90 años y actualmente se estudia ya a sus hijos. Todos los participantes originales eran hombres (Harvard era entonces sólo para hombres) y, curiosamente, uno de ellos fue el presidente John F. Kennedy. En 1970 se expandió la investigación y se incluyó a residentes de Boston, entre los cuales había mujeres.
Entre las cosas que se estudiaron -además de escanear sus cerebros, registrar sus reportes médicos, medir su sangre, etc.-, están sus éxitos o fracaso en carreras y matrimonios. El descubrimiento principal tiene que ver con que las relaciones y la felicidad que una persona reporta en ellas tienen una profunda influencia en la salud. Esto sugiere que cuidar el cuerpo es importante, pero cuidar las relaciones es tan importante como cuidar el cuerpo y constituye una forma de cuidado de la salud. Los investigadores concluyeron que las relaciones íntimas, más que el dinero, la fama o el éxito profesional son lo que hace felices a los individuos. Incluso, estas relaciones son mejores predictores de una vida larga y feliz que nacer en cierta clase social, tener un alto IQ o tener buenos genes. Esto incluye tanto a personas de Harvard como a ciudadanos normales de Boston. En contraste con ello, los investigadores constataron que los individuos que se sienten solitarios, que están más solos de lo que quisieran, tienden a enfermarse más y morir más pronto. Notablemente, para las personas en una relación feliz, los días en los que se presenta dolor físico no suelen reportarse como más infelices; para quienes se sienten solos, el dolor físico sí afecta notablemente su estado de ánimo.
Los investigadores enfatizaron que cuando estos individuos tenían 50 años y se estudiaron todo tipo de factores, como sus niveles de colesterol, lo que realmente determinó cómo llegarían a los 80 fue la satisfacción en sus relaciones. No hay duda de que lo que es verdaderamente importante para el ser humano y le da energía para vivir es el amor. Lo que le da sentido a su vida son los otros, y los momentos de intimidad a los que accede. Como dice uno de los directores actuales de la investigación, la idea de que las relaciones íntimas son lo verdaderamente importante es "sabiduría tan vieja como las colinas".