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La comunidad LGBTTTIQ ha padecido constante discriminación y abusos. Sin embargo, previo a la Colonia en el continente americano, estos seres eran tratados de manera diferente

A veces considerados como seres inferiores, la comunidad LGBTTTIQ se ha dedicado en los últimos años a defender sus derechos tanto humanos como sexuales y asegurar la dignidad de su existencia. Se trata de un grupo minoritario que durante siglos ha padecido constante discriminación y abusos. Sin embargo, previo a la Colonia en el continente americano, estos seres eran tratados de manera diferente. 

 

En México, por ejemplo, existen actualmente los muxes en Juchitán –Oaxaca–. Es un tercer género que forma parte de la cotidianidad oaxaqueña y, en la época prehispánica, fue base importante de la estructura social de la comunidad. De acuerdo con los datos históricos, previo a la conquista española había sacerdotes aztecas travestis y dioses hermafroditas que renacían en los muxes, quienes resultaban un símbolo de la abundancia y la buena suerte. De hecho, actualmente, en Juchitán, casarse por la iglesia católica con un muxe denota autonomía, libertad, apoyo comunitario y felicidad. 

 

 

Por otra parte en EEUU, según el sitio web de Indian Country Today, las comunidades de los nativos americanos gozaban de premisas estructurales con mayor libertad al binomio genérico. Para ellos, las personas se identificaban con el rol de género que su espíritu les indicara: mujer, hombre, mujer de dos espíritus, hombre de dos espíritus o transgénero. 

 

Para las comunidades indígenas en Estados Unidos estaban los ‘Nádleehi’ o “el que se transformó”; los ‘Winkté’ o el “nombre que se da a los hombres que tienen la costumbre de comportarse como mujeres”; los ‘Niizh Manidoowag’ o “dos espíritus” y los ‘Hemaneh’ o “mitad hombre, mitad mujer”. El concepto básico se trataba de darle una identidad espiritual a aquellos seres con una identidad genérica diferente a la binaria. 

 

 

Esta cultura de “dos espíritus” no sólo le dio un sentido de equidad a personajes que ahora se ven y sienten como minoría, sino que también brindó una amplia diversidad sexual a la estructura social. De hecho, eran considerados como “una bendición del Creador”, es decir que al ser parte de la comunidad no sufrían de discriminación ni se veían a sí mismos como alguien “anormal” que tuviera que ocultarse. Fue la llegada de las premisas judeocristianas la que convirtió a la normalidad en anormalidad, la diversidad sexual en enfermedad mental y la felicidad en angustia. 

 

Cuenta la leyenda que uno de los ‘hombres de dos espíritus’, llamado Osh-Tisch (“El que los encuentra y los mata”), fue un guerrero que nació como hombre, se casó con una mujer y se identificaba con el rol femenino. Pasó a la historia en el momento en que, en 1876, rescató a un hombre de su tribu durante la batalla de Rosebud Creek. Al ser un gesto de gran valor, este personaje de dos espíritus se convirtió en una imagen a venerar.