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Una retrospectiva a lo que puede llamarse "una edad de opio": elegancia, decadencia, seducción arrabalera, las cuevas del dragón de la adormidera

Antes de que se pusiera de moda el "heroin chic" existió el glamour decadente y voluptuoso del opio. Persiguiendo el "dragón" entre almohadas y deleites sensoriales, el opio en el siglo XIX y partes del siglo XX fue la droga de la lascivia, de la languidez, del dandismo y en general de la exploración al margen. Los fumadores lo mismo congregaban a las clases menos afortunadas, prostitutas, marineros y enfermos, como también a artistas y diletantes. Escribieron y experimentaron con la deliciosa corrupción del opio grandes artistas como Baudelaire, Oscar Wilde, Thomas de Quincey, Jean Cocteau y William Burroughs, entre otros. 

Las imágenes aquí presentadas fueron recopiladas por el sitio Messy Chic y abarcan toda una línea estética de los submundos, elegancia y perdición, la oscura atracción de la adormidera, ese sueño samsárico en el fondo de la pipa. 

Este pedigree del opio, una sustancia que produce caleidoscópicas y plácidas visiones debe, sin embargo, entenderse también desde la noción particular de que se trata de una sustancia que parece robar la voluntad de sus usuarios, haciendo que las insustanciales visiones celestes de campos de flores se conviertan en infiernos mucho más tangibles y duraderos.  

Lamentablemente el opio también tiene una historia muy sangrienta y opresiva, ligada a la guerra y al colonialismo, como ocurrió con Gran Bretaña y China y actualmente con Afganistán, el país donde más se produce opio en el mundo y que es controlado por Estados Unidos. Asimismo, en México, la violencia que ha sufrido el estado de Guerrero está ligada con la enorme producción de amapola de este estado. Correteando el sueño del opio, la humanidad ha sido devorada por el dragón de sus espejismos.