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Los banqueros anulan su personalidad, interés y sentido de vida para enfocarse sólo en una cosa: el dinero

Un interesante estudio de las personalidades de mujeres y hombres londinenses que se dedican a las inversiones financieras arroja inquietantes resultados sobre esta profesión y las personas que deciden perseguir este negocio. Según Maxine Robertson, investigadora de la Universidad Queen Mary de Londres, existe una característica esencial en los banqueros: no tienen una personalidad. "Su personalidad es puesta en stand by". Tienen una vida sin identidad, no muestran verdadero interés en nada y no obtienen significado de ninguna de las cosas que la mayoría de las personas... salvo una: el dinero.

El sondeo dejó ver que los banqueros exhibieron una "total falta de emoción"; las mujeres banqueras dijeron que "el sexismo es ubicuo en el trabajo" sin ningún sobresalto; uno de los entrevistados tranquilamente afirma que el banco donde trabaja y lo que hacen con las personas "es una mierda", lo cual no parece importarle en lo más mínimo; otros manifestaron que la honestidad "limita las posibilidades de crecimiento en su carrera" y dijeron que la lealtad a un banco es estúpida.

No es sorpresa que el sitio Quartz compara a esta hueste de individuos insensibles con el famoso protagonista de la novela de Bret Easton Ellis American Psycho. Los banqueros tienen características que fácilmente pueden confundirse con las de un psicópata. ¿Pero acaso no el mismo sistema que fomenta el crecimiento económico sin ningún reparo por cuestiones de bienestar humano tiene también ciertos rasgos de esta patología?

Robertson sugiere que los bancos atraen a personas inteligentes y ambiciosas y las transforman en autómatas insensibles por una rara mezcla de alta especialización y "casi ninguna seguridad en su trabajo", una especie de droga que los engancha y de alguna manera los anestesia. Vivir exclusivamente dedicado al dinero y a los espectrales instrumentos financieros (que hacen dinero por sólo tener dinero, sin ningún sustento en el mundo material) puede acabar con el alma de un individuo.