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Cristiano Ronaldo o las trampas (y las virtudes) del ego (VIDEO)

Por: Luis Alberto Hara - 11/10/2015

El nuevo documental de Ronaldo muestra la intimidad de este futbolista, que manifiesta el triunfo del ego y la obsesión por ser el mejor

El documental de la vida de Cristiano Ronaldo, filmado en 14 meses de intenso seguimiento, se estrenó recientemente. Si hay algo que le gusta a Ronaldo, además de meter goles, es aparecer en cámara. El documental muestra la vida de esta superestrella del futbol desde un ángulo que lo adora como ganador y como una personalidad gigantesca y a la vez revela (es imposible no mostrarlo) su igualmente enorme ego, pues Ronaldo vive enamorado de sí mismo, como una encarnación moderna de Narciso.

Según registra The Guardian, el documental muestra los entretelones de una rivalidad épica entre Ronaldo y Messi, retratando al portugués y su agente, Jorge Mendes (quien es uno de sus únicos amigos, porque la vida de Ronaldo es muy solitaria). Gran parte de la motivación de Ronaldo gira alrededor de ser el mejor y eso significa vencer a Messi, quien juega el papel de Iván Drago (Ronaldo siendo Rocky, el campeón que vence las adversidades de un pasado humilde y una familia disfuncional para imponer su voluntad). Ronaldo y Mendes viven obsesionados por ganar el Balón de Oro y en una ocasión mencionan que "el otro tipo puede destruir todo" y que "una carta dentro de un sobre puede cambiar tanto"; y el futbolista confiesa: "Ver a Messi ganar cuatro seguidos fue difícil para mí. Después de que ganara el segundo y el tercero me dije 'Ya no voy a regresar a esto'".

En otro momento Ronaldo expresa su frustración ante su selección nacional diciendo que fue al mundial lesionado y que "se sentiría mucho más cómodo si tuviéramos dos o tres Cristianos Ronaldos. Pero no los tenemos". Como Dalí, el futbolista habla de él mismo en tercera persona. Quizás deberíamos clonar Ronaldos para un tener un mundo mejor, con gente más fuerte, guapa y exitosa.

La película y la personalidad de Ronaldo tienen cierta complejidad y uno puede admirar muchas cosas de él. Descubrimos cómo superó la pobreza y el alcoholismo de su padre, un exveterano de guerra al cual realmente nunca conoció; cómo ayudó a su madre, una mujer que dice deberle todo a su hijo y que tiene que tomar pastillas para ver los partidos de éste, ya que el estrés la supera.  

No hay duda de que Ronaldo es una persona con muchas virtudes, su disciplina es extraordinaria, su confianza en sí mismo, su dedicación a ganar y sobre todo a meter goles. Pero uno no puede dejar de pensar que existe cierta confusión en los valores que promovemos y padecemos, lo cual no es culpa del futbolista. Ronaldo, como el arquetípico atleta de la cultura estilo Vince Lombardi o Rocky Balboa, pone toda su energía, lo mejor de sí, se sacrifica en cierta su forma, por este ideal de ganar y conseguir logros personales y admiración pública. Nos preguntamos si esto es entonces lo más importante en la vida y lo que se quisiera transmitir a las nuevas generaciones, aquello a lo que queremos dirigir nuestros mejores esfuerzos: ganar y ser admirado por nuestra capacidad de escalar hasta lo más alto y más prestigioso de la sociedad. Esto es evidentemente un cuestionamiento moral que para muchas personas dentro del capitalismo resulta algo estúpido o simplemente estorboso (dirán algunos que es sólo resentimiento, suponiendo que en el fondo todos queremos ser ricos y famosos). Nuestro mundo está construido de tal forma que casi no se cuestionan estas cosas, se aceptan como algo totalmente deseable: ser el mejor, ser admirado, conseguir mucho dinero. Eso es bueno, ¿por qué no?

Este es el doble juego del ego, que al creer en sí mismo se empodera y puede hacer lo que sea (hay cierta potencia heroica en el ego), pero para sobrevivir en ese estado de elevación necesita la adulación permanente y comprar también la ilusión de que la felicidad está afuera, en la forma en la que los demás nos perciben, en la seguridad que podemos obtener del dinero y de la admiración superficial (superficial puesto que se nos admira por nuestra apariencia y no por lo que podemos conseguir por cuenta propia). Ser el mejor, ¿para qué? ¿Y esos títulos y esos logros como futbolistas o como cualquier "profesional" a dónde nos los llevamos, sirven de algo cuando tengamos que encarar a la muerte?