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Los bacteriófagos son los organismos más abundantes del mundo, superando por más del doble a las bacterias. Hasta la fecha sabemos poco de ellos, pero científicos creen que podrían ser instrumentales en el futuro de la medicina

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El biólogo Stephen Jay Gould escribió, parafraseando el Génesis: "Primero fue la bacteria", haciendo alusión tal vez a la teoría de que la vida en el planeta parece haberse originado a partir de estos microorganismos y, quizás también, a que desde cierta perspectiva son los organismos dominantes en la Tierra. Esta perspectiva del poder bacteriano global, sin embargo, está siendo desafiada por el estudio de los bacteriófagos, también conocidos como fagos, organismos virales que se alimentan solamente de bacterias y son por número los más abundantes del planeta (microbiólogos bromean con que la gran guerra original por el control del mundo es entre virus y bacterias). La periodista científica Nicola Twilley los llama "los titiriteros de las bacterias" y la National Science Foundation de Estados Unidos se refiere a ellos como "materia oscura viral". Esto último en alusión a que sabemos muy poco sobre estos intrigantes organismos submicroscópicos, algo que el profesor de la Universidad de Estatal  de San Diego, Forest Rohwer, quiere corregir nombrando este 2015 "el año del fago", celebrando así 100 años de su descubrimiento.

Rohwer es autor del reciente libro Life in Our Phage World, una introducción al fascinante y desconocido mundo de los bacteriófagos donde podemos aprender cosas como que que existe un estimado de 1031 fagos en el mundo, lo que los convierte, por mucho, en el organismo más numeroso del planeta. Según reseña Nicola Twilley, en una cucharada de agua de mar existen más fagos que personas en todo Río de Janeiro. Cada segundo estos endiablados nanoorganismos son responsables de 1 billón de billones de infecciones virales, destruyendo cerca de 40% de las células bacteriales en el océano cada día. Las bacterias muertas se hunden en el mar y remueven gases invernadero, contribuyendo a un delicado equilibrio ecológico cuya interdependencia apenas empezamos a sondear.

El diminuto tamaño de los fagos hace que sean sumamente difíciles de medir, estando al límite entre la física clásica y la física cuántica (otra razón para el apelativo de "materia oscura"). Como ocurre con los virus, están al límite de la vida, y en realidad no son considerados seres vivos (una definición un tanto escurridiza). Pese a que tienen genes, evolucionan y se reproducen, el hecho de no tener una estructura celular o un metabolismo propio hace que los fagos no sean considerados organismos vivientes (solamente organismos, acaso como los cristales).

Científicos señalan que los 2 mil millones de piezas genéticas que probablemente sólo existan en los fagos podrían hacerlos también la fuente más grande de diversidad genética y por lo tanto una reserva inexplorada de enormes aplicaciones para la salud, la energía o la agricultura. El profesor Rohwer cree que la excitación generalizada en el mundo de la microbiología y la medicina que genera el microbioma humano bacterial (y la ya gigantesca industria de los probióticos) podría ser superada por la manipulación bacteriofágica. "Vamos a poder hackear el microbioma humano con nuestros fagos. En unos años verás a personas manipulando a especies individuales [de bacterias] en el intestino con un bacteriófago, algo que no es muy difícil de hacer", dice Rohwer. Tal vez esto pueda ser un proceso más efectivo que el consumo de probióticos que por el momento no han logrado ser amaestrados para obtener resultados predecibles, si bien suponemos que podrían ser importantes en el tratamiento de prácticamente todas las enfermedades. De igual manera, los fagos podrían ser una alternativa a los problemas de resistencia antibiótica que han desarrollado las bacterias por el abuso de estos medicamentos, mayormente mal utilizados para combatir virus (para los cuales son inofensivos).

La abundancia de estos organismos es tal que, de hecho, cualquier persona puede tener su propia especie de fago si logra encontrar una --y debe de haber literalmente miles. Es más, cualquier persona puede nombrar el número de especies que quiera, no hay límites ante la desmedida cantidad de estos virus devora-bacterias. Aquí una serie de instrucciones para quienes quieran hacer una contribución de ciencia ciudadana.