La arquitectura de las emociones humanas: sobre el trabajo de Joanna Hogg
Arte
Por: Psicanzuelo - 02/03/2015
Por: Psicanzuelo - 02/03/2015
Londinense de nacimiento, Joanna Hogg cuenta con 54 años de edad, siendo una de las voces femeninas más innovadoras actualmente. Sus películas son sutiles estudios sociales de la cultura inglesa contemporánea. De entrada, su estilo se asemeja un poco al de Michael Haneke antes de Amour: tomas largas, en su mayoría planos americanos o planos generales, pero a diferencia de este sus encuadres por lo general no tienen movimiento alguno, y está muy lejos de sus temas. Lo que sí genera, al igual que Haneke, por lo mismo de su estilo, es una tensión en la trama. Podemos observar al personaje a plenitud, en ocasiones a varios de ellos teniendo discusiones; como tanto habló al respecto el maestro teórico de la nueva ola francesa, André Bazin, este acercamiento brinda objetividad al espectador en relación a lo que sucede en la escena. No hay un montaje que piense por él, y puede libremente elegir a donde mirar. El mejor representante de las teorías de Bazin fue Jean Renoir (tan admirado por la nueva ola) en su momento; Joanna Hogg comparte un estilo similar en su acercamiento dramático.
En su más reciente trabajo, Exhibition (Joanna Hogg, 2014), la autora parte una vez más de un lugar, en este caso la casa donde han vivido por varios años el matrimonio que componen D (Viviane Albertine) y H (Liam Gillick). Es un espacio increíblemente bien diseñado, H es un arquitecto exitoso y D es una artista contemporánea, que hace instalaciones y performances. Los dos aman la casa, pero saben que es un momento de cambio y la van a vender, quieren irse a otro lugar a darle un nuevo inicio a su corazón. El amor de la pareja está presente en cada momento, pero sus defectos, su humanidad, también, siendo el puente de comunicación entre ellos lo que hace que trascienda la relación. Ambos viven el momento tenso, lleno de ansiedad de estar por dejar la casa. La sutilidad, una vez más, es el arma letal de Hogg; más que en los diálogos, en lo que no se dice, como alguna vez lo demostró Michelangelo Antonioni, el existencialismo en pareja. En este caso, el arte los une de varias maneras, en su mutua sensibilidad y la manera en que respetan su libertad individual: son adultos que practican actividades de niños y equilibran su humanidad mutuamente. Además Hogg hace una operación especial con sus actores: Viviane Albertine solía ser una música punk, integrando parte del mítico grupo The Slits:
Y por su parte Liam Gillick es un artista conceptual; ninguno de los dos son actores profesionales ni amateurs, pero lo que sí son es artistas. La decisión de Hogg es muy afortunada: la veracidad que recibe el espectador es irrefutable. En especial Viviane Albertine explora a profundidad su personaje, casi en una interpretación punk de sensaciones del estar vivo, del miedo a la muerte, del miedo también a estar vivo, de la sensación de existir. Este acercamiento ya le había funcionado a la directora en otros roles, aunque menos importantes. Hogg también es guionista de sus cintas: el rol que tiene en Archipiélago el pintor que da clases a la madre y que también vacaciona en la misma isla es un famoso pintor en la vida real.
Desde que murió el maestro Antonioni no había visto un cine que dependiera tanto del espacio, de la arquitectura
Conocí a James Melvin (el arquitecto) en los tempranos 90 y me volví amiga de él y su esposa, Elsa. La casa se me hizo un perfecto cubo que podía ser el perfecto contenedor de mis ideas. Me gustó la angularidad, y la idea de que este lugar postmodernista era un buen escenario para una historia explorando la ansiedad alrededor del cambio, la memoria y el sueño, todas las cosas que quedan en la vibra de una casa con el tiempo. Hay una teatralidad acerca de ella de alguna manera. Es como una casa de muñecas modernista, donde la escalera de caracol es su espina dorsal. Fue construida en 1969, pero Sauerbruch Hutton la rediseño en los 90. Adjuntaron elementos como las puertas corredizas rosas, y mucho del color que se ve; la casa original era muy monocromática. Creo que las modificaciones incrementan el sentido de teatralidad.
Estos comentarios nos indican la importancia que tiene la casi única locación en la realización de Exhibition. El personaje que interpreta Viviane ocupa una oficina en el piso de arriba, y el personaje que interpreta Liam tiene un despacho en la parte de abajo; se comunican mientras trabajan en sus respectivos proyectos por un interfón, donde en ocasiones expresan sus angustias existenciales además de establecer la hora de la cena. Ella plantea a través de la preparación de sus performances los problemas que está teniendo para abandonar la casa; algunas noches se masturba en la cama cuando su esposo está ya dormido, en una especie de reto hacia él, sin ser descubierta.
Al igual que para Antonioni, hay un discurso en estás películas de la incomunicación, pero permea sobre un asunto de crítica sobre la burguesía. En el caso de Hogg, también hay una reflexión profunda de la manera como un artista puede solucionar mucho de lo que es criticado, por la forma en cómo se acerca a la realidad que lo rodea. Por ejemplo, durante una cena formal de unos amigos, ante la plática banal, ella finge un desmayo y él le sigue la corriente; cuando conversan de regreso en su casa al respecto, nos damos cuenta de lo liberador que fue el performance social y de como los une esta sensibilidad artística ante el mundo exterior.
El cine de Joanna Hogg, al igual que el del maestro Antonioni, cuestiona el estar vivo en un contexto social; Hogg nos estimula en un tiempo donde todo se quiere decir con palabras, de una hermosa manera rítmica y geométrica.
Twitter del autor: @psicanzuelo