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Miedo y asco en Aspen: la delirante campaña política de Hunter S. Thompson

Por: Javier Raya - 07/01/2014

La relación entre literatura y política tuvo uno de sus momentos más interesantes y rocambolescos en la campaña política de Hunter S. Thompson, abuelo del periodismo gonzo y catador de sustancias extraordinaire, cuyo breve paso por el servicio público pudo haber sido la semilla de la despenalización de la marihuana en Colorado

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El doctor Hunter S. Thompson tuvo una vida agitada, qué duda cabe; pero ni en sus momentos de mayor intoxicación pudo haber imaginado un proyecto como el que emprendió en 1970 --un proyecto tan ruin, tan sucio y tan inimaginablemente extravagante que parecería haber sido inventado por la imaginación literaria de Thompson: postular su candidatura como alguacil del condado de Aspen y el condado de Pitkin.

Thompson se definía a sí mismo como un freak, y las encuestas de opinión entre la población de Aspen no lo dejaban de tildar de "psicópata" o "amigo de los hippies" o "beatnik". Fanático de las armas de fuego, el alcohol y las drogas duras, como muchos otros miembros del gobierno de Estados Unidos, a Thompson en realidad lo diferenciaba un solo detalle, pero definitivo: de verdad quería cambiar la forma en que funcionaba el sistema, al menos en la escala local. Y en cierto modo, lo consiguió.

Después de recibir 15 mil dólares de regalías por su libro de 1966, Hell's Angels: The Strange and Terrible Saga of the Outlaw Motorcycle Gangs, al año siguiente el doctor Thompson compró una casa en Woody Creek, Colorado, un lugar que poco a poco fue poblándose por una fauna variopinta de escritores, jipis y beatniks que cayeron como una bomba en la tranquila vida campirana de aquel rincón de Estados Unidos. La casa fue renombrada Owl Farm y Thompson viviría ahí hasta su muerte por suicidio en 2005.

Pero, en 1969, el pequeño pueblo de Colorado al que Thompson llamaba hogar no era indiferente a las sacudidas políticas que tenían lugar en Washington o California como parte de los movimientos por los derechos humanos, la equidad racial y el fin de la guerra de Vietnam. A pocos meses de las elecciones de alcalde, en un ataque de lucidez o de locura, escribió una pieza en su columna de la Rolling Stone:

¿Por qué no retar al establishment con un candidato del que nunca hayan escuchado? ¿Que nunca haya sido promovido o preparado o relamido para un cargo público? ¿Y cuyo estilo de vida sea ya de suyo tan extraño que la idea de una 'conversión' nunca fuera a ocurrirle? En otras palabras, ¿por qué no postular a un freak honesto y soltarlo en su territorio, para mostrarle a esos candidatos normales los inútiles perdedores que son y siempre han sido?

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La pieza no pasó desapercibida, y con apoyo (?) de Thompson, el abogado de 29 años Joe Edwards (un defensor de los jipis locales, con valor e ideales similares a los de Thompson) fue postulado para la alcaldía de Aspen. El plan de Thompson era que, si Edwards ganaba, él se postularía para alguacil al año siguiente --en 1970--; pero, como él mismo escribió, "nunca se me ocurrió que de hecho me postularía". La broma dejó de serlo y, cuando Edwards perdió la alcaldía por tan sólo seis votos, Thompson ya tenía en marcha una campaña política en puerta.

La única "conversión" de Thompson sería el uso de sus Converse blancos durante las reuniones y juntas, además de rasurarse completamente el cabello para referirse a su rival político, el republicano cuasi-militar Carrol D. Whitmire, como "mi oponente greñudo".

El símbolo de la campaña de Thompson llegó a ser una contraseña y un logotipo oficial del periodismo gonzo a nivel mundial, un puño de dos pulgares protegiendo un botón de peyote que, si los relamidos preguntaban, en realidad podía pasar por una estrella de alguacil como la de los sheriffs en las películas del salvaje oeste. El programa de trabajo de Thompson no era menos extravagante que su logotipo político: entre otros proyectos, pensaba cambiar el nombre de Aspen por el de "Fat City" para evitar que "los codiciosos, los que violan la tierra y otros chacales humanos capitalicen el nombre de 'Aspen'", además de relajar las prohibiciones sobre drogas: "Será la filosofía general de la oficina del Alguacil que ninguna droga que valga la pena tomar deberá ser vendida por dinero".

Aquí un spot de su campaña, en el que el narrador describe a Thompson como "un moralista disfrazado de inmoralista" (descripción que podría compartir con el marqués de Sade), mientras que Nixon es precisamente lo contrario, "un inmoral disfrazado de moralista":

En otro video publicitario su amigo, el escritor James Salter, describió a Thompson como representante de algo "completamente ajeno a otros candidatos a Alguacil: ideas. Y una cercanía por los jóvenes, los generosos, la sociedad orientada a la naturaleza, que hace el único esfuerzo serio para hacer frente a la pesadilla tecnológica que hemos creado. Lo único que tiene en su contra es que es un visionario. Él quiere un mundo puro".

Finalmente (y tal vez previsiblemente) Hunter S. Thompson perdió la elección por 173 votos contra 204 de su rival, lo que marcó el fin de su carrera política. Pero aunque renombrar Aspen como "Fat City" hubiera sido una increíble contribución al humor y la política, su verdadera contribución fue generar una inusitada participación de los votantes de Aspen, quienes tuvieron que salir a las urnas para evitar que este magnífico loco fuera electo alguacil. Pero tal vez esa no fue la única contribución de Thompson al mejoramiento de la vida en Colorado: hay que recordar que, en 2012, Colorado se convirtió en el primer estado de la Unión Americana en aprobar el uso recreativo de la marihuana.

Tal vez una elección no cambie al mundo, pero sembrar una idea que apasione y comprometa a las personas es una contribución política que debemos considerar inestimable para los tiempos que se avecinan durante el siglo XXI, y la actitud y pasión del doctor Thompson será, en esta lucha, nuestro faro. Salud.

Twitter del autor: @javier_raya