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Los dibujos durante trips alucinógenos permiten seguir el desarrollo de la conciencia a través del agujero del conejo: migajas de pan a través del bosque encantado del inconsciente

Durante los años 50 y 60, la investigación psicodélica tenía lugar en laboratorios y no en raves: el auge del LSD-25, ese "niño problema" del doctor Hofmann, prometía ser la cura para la depresión, el estrés postraumático, el bloqueo creativo, la inhibición, el autismo, e incluso para el miedo mismo. Este periodo de experimentación seria respecto al verdadero potencial médico del LSD (así como de otras sustancias enteógenas) fue cortado de tajo por las regulaciones internacionales que criminalizaron las sustancias y dieron inicio a la fallida guerra contra las drogas; pero la experimentación arroja cada tanto evidencias interesantes, como perlas que aparecen en la playa después de un derrame petrolero.

Ignoramos el nombre del artista que realizó estos retratos. Formó parte de un experimento del gobierno de Estados Unidos dirigido por el famoso psiquiatra Oscar Janiger a finales de los 50, y el sujeto de todos los dibujos es el médico que condujo el estudio. Pero sí sabemos que el artista tomó una dosis de 50ug (microgramos) de LSD, y que 20 minutos después realizó este dibujo:

 
El artista tenía a su disposición una caja con diferentes materiales. Su primera elección fue el carboncillo, con el que realizó el primer retrato. El sujeto reporta "condición normal... sin efectos de la droga todavía".

 

 
85 minutos después de la primera dosis y 20 minutos después de una segunda dosis (50ug + 50ug), el paciente luce eufórico y su habilidad verbal comienza a disminuir. "Puedo verte claramente, tan claramente. Este... tú... todo es... Me cuesta trabajo controlar este lápiz. Parece querer seguir por sí solo".
 
 
2 horas y media después de la primera dosis, el sujeto está completamente inmerso en el dibujo. Sigue dibujando en blanco y negro y concentrándose en las líneas de las cosas: "Los contornos parecen normales, pero muy vívidos. Todo cambia de color. Mi mando debe seguir el trazo intenso de las líneas. Siento como si mi conciencia estuviera situada en la parte de mi cuerpo que está activa ahora. Mi mano, mi codo... mi lengua".
 
 
2 horas y 32 minutos. El paciente parece aferrarse a su hoja de papel. "Voy a hacer otro dibujo. Los contornos del modelo son normales, pero los de mi dibujo no lo son. El contorno de mi mano se ve raro también. No es muy buen dibujo, ¿verdad? Me rindo. Lo intentaré de nuevo...".
 
 
2 horas, 35 minutos. El paciente comienza otro dibujo. "¡Voy a hacer un dibujo en un solo ademán... sin parar... una línea!". Luego de realizar el dibujo, el paciente comienza a reírse y se queda mirando algo en el piso.
 
 
2 horas, 45 minutos después de la primera dosis. El paciente trata de escalar cosas, se muestra agitado, responde lentamente a las sugerencias de los médicos para que siga dibujando. El estudio lo describe como "no verbal". Citan: "Soy... todo es... cambiado... llaman... tu rostro... intercalado... quién es...". Luego parece cantar. Su siguiente dibujo es en témpera:
 
 
4 horas, 25 minutos después de la primera dosis. El paciente se retrae y pasa 2 horas tumbado, moviendo sus manos en el aire. Su regreso a la caja de materiales de dibujo es abrupto, pero deliberado. Elige pluma y acuarela. "Este será el mejor dibujo. Como el primero, pero mejor. Si no soy cuidadoso perderé el control de mis movimientos, pero no lo haré, porque yo sé. Yo sé". Esta frase se repite. El paciente-artista realiza media docena de trazos en el dibujo mientras corre de un lado para otro:
 
 
5 horas, 45 minutos después de la primera dosis. El paciente continúa moviéndose por el cuarto, describiendo variaciones complejas pero no del todo azarosas. Pasa hora y media antes de que se quede quieto y vuelva a dibujar (un gentil recordatorio de que el LSD puede producir sensaciones claustrofóbicas). "Ya puedo sentir mis rodillas, creo que se me está pasando. Este es un buen dibujo, este lápiz es difícil de sostener", dice, mientras está sosteniendo un crayón.
 
 
8 horas después de la primera dosis. El paciente está sentado en la cama y reporta que los efectos de la droga han pasado (excepto por la ocasional distorsión de los rostros). Los médicos le solicitan un dibujo final (que aparece sobre estas líneas), que el paciente realiza con desgano: "No tengo nada que decir sobre este dibujo, es malo y sin interés, quiero irme a casa".