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Arte

Por: María José CA - 11/03/2014

Las mujeres, aquellas que han luchado para alcanzar la equidad de género, continúan siendo víctimas de este encierro hogareño que las imposibilita a ser ellas mismas, para convertirse en una imagen distorsionada de la realidad

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¿Los hijos son la representación simbólica de la libertad femenina? Desgraciadamente, no siempre: a la mujer se le impone un rol de perfección en cuanto se convierte en una madre (y empeora si también es trabajadora). Las consecuencias son evidentes, aunque silenciosas: ¿cómo decir que el cuidado de un hijo requiere de un esfuerzo sobrenatural que no todas las mujeres tenemos (o queremos) para ofrecer sin sentir un mínimo de vergüenza?

Contra los hijos (2014), de la escritora chilena Lina Meruane, se arroja al mundo como un llamado a la emancipación de la “impunidad tiránica de los hijos y terminar con la dictadura social de la gestación”. Haciendo uso de técnicas de argumentación política, Meruane plantea la realidad estereotipada de cada mujer inmersa en una cultura falocéntrica. 

De acuerdo con la autora, a través de los años las mujeres no sólo han sido víctimas de una innumerable cantidad de injusticias asociadas a su género, sino también de una premisa basada en la perfección femenina que se logra a través de la maternidad. Es decir que, a diferencia de los hombres, las mujeres sólo cuentan con una alternativa para ser consideradas como utópicamente completas: el ser madres perfectas y angelicales, “servicial, silenciosa, sonriente, sentimental: la madre dispuesta a sacrificarlo todo por los demás”. De lo contrario, a las mujeres que tomaron la decisión de ser activas en el ámbito laboral (en vez del familiar), las tildan de “distraídas” o “enfermas”; o quizá hasta les llueven comentarios de “Espérate y ya verás; al rato tendrás ganas”. 

Esta noción estereotipada de la mujer angelical, proveniente de la época victoriana, se presenta como un autorregulador aleostático de una sociedad violenta que se vive como un paradigma de vida. De modo que aquella mujer que rompe este molde al entrar al mundo laboral requiere un doble esfuerzo en su rol de “mujer angelical” ya que, de lo contrario, es tratada como inepta o anormal: 

No hace falta ser vidente para vislumbrar que en esta manía de asumirlo todo, esta madre lleva a una dimensión superlativa el añejo ideal del sacrificio femenino: es la excelente-profesional, la buena sustentadora (aun cuando haya un marido proveedor); es la dulce esposa y la siempre dispuesta amante y la madre espléndida: doña perfecta.

Cuando, en realidad, aquella madre trabajadora vive en un mundo de frustración, fatiga y depresión (en ocasiones psicótica). No obstante, ante la vergüenza de ser “la anormal”, estos trastornos pueden pasar desapercibidos y ahogados. En consecuencia, este “pequeño dictador” se convierte en la autoridad omnipresente que moldea el nuevo estilo de vida de las madres trabajadoras, partiéndolas en ser una profesional exitoso a altas horas de la noche y en una madre ejemplar durante 12 horas en el día. Sin mencionar el doble mensaje esquizofrénico de la presencia-ausencia de esta figura paterna, cuya única labor familiar es el sustento económico.

Las mujeres, aquellas que han luchado para alcanzar la equidad de género, continúan siendo víctimas de este encierro hogareño que las imposibilita a ser ellas mismas, para convertirse en una imagen distorsionada de la realidad. Esto, entre otras nociones presentadas a través de un humor negro único, es lo que Meruane resumió en 142 páginas y Tumbona Ediciones presentó “mientras nos tomábamos la pastilla del día siguiente”.  

Contra los hijos
Lina Meruane
Colección Versus
Tumbona Ediciones
México, 2014
143 pp