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Los insultos que extraordinarios escritores se dedicaron unos a otros son también una forma de crítica que, al desconocer el valor de una obra, afirma sus propias distancias estéticas (reales o imaginarias)

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Mark Twain tirándole rayos a Jane Austen

 

Un gusto culposo de nuestros días es ver a grupos de escritores desairándose unos a otros con blandos pañuelos de desprecio a través de Twitter, pero lo cierto es que las peleas entre escritores y pensadores no son asunto reciente: una ojeada a los Diálogos de Platón basta para leer el encono que Sócrates dedicó a sofistas como Hipias o Gorgias, y el siglo XVII español está plagado de sabrosas pugnas en verso protagonizadas por la vanguardia literaria de la época, de Lope de Vega a Francisco de Quevedo, pasando por el inolvidable e invencible don Luis de Góngora.

La tradición anglosajona moderna no está exenta de procaces insultos y mendaces invectivas. El Huff Post ha realizado un infográfico interactivo en donde, al colocar el puntero sobre las flechas, aparecen los insultos que escritores como las hermanas Brönte, Gore Vidal o Vladimir Nabokov dedicaron a otros colegas.

Tomen por ejemplo al hombre que no llora, Norman Mailer, emprendiéndola contra el reclusivo J. D. Salinger, de quien afirma que es "la más grande mente que se quedó en la adolescencia", o D. H. Lawrence afirmando que no existía nadie más tonto ni torpe que el autor de Moby Dick, Herman Melville.