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Inusitadamente longevo y admirablemente prolífico, este 5 de diciembre de 2012 murió el genial arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, uno de los hombres con mayor sensibilidad social para las construcciones que habitarían el espacio público.

El papel del arquitecto es el de pelear por un mundo mejor, en el que él mismo pueda producir una arquitectura que sirva a todos y no solo a un grupo de gente privilegiada.

Oscar Niemeyer

Oscar Niemeyer fue, durante muchos años, el principal nombre de la arquitectura brasileña, reconocido internacionalmente por su sensibilidad colectiva para los proyectos destinados a habitar el espacio público.

Sorprendentemente longevo —murió a los 104 años de edad y a unos días de llegar a los 105, el próximo 15 de diciembre— Niemeyer mantuvo la lucidez hasta el final, si bien desde el 2 de noviembre permanecía hospitalizado por causa de una deshidratación que desafortunadamente derivó hacia otros males.

Militante comunista en su juventud, descendiente de alemanes asentados en Brasil, el arquitecto se exilió a París en tiempos de la dictadura, a mediados de la década de los 60, siendo ya un profesor en la Universidad de Brasilia.

Antes, sin embargo, había participado en una buena cantidad de importantes proyectos en su país: el edficio del Ministério da Educação e Saúde en Portinari, durante la presidencia del legendario Getúlio Vargas; la Igreja São Francisco de Assis en Belo Horizonte, la Sede de la ONU en Nueva York (en colaboración con Le Corbusier); algunos de los edificios más característicos de Brasilia, la nueva capital del país establecida en los 50 (el Palácio da Alvorada, la Catedral Metropolitana Nossa Senhora Aparecida, el Edifício do Congresso Nacional, entre otros). De su estancia en Europa destacan la Universidad de Constantine en Argelia, la sede del Partido Comunista Francés en París, el Centro Cultural Le Havre y el edificio de la editorial Mondadori en Italia, así como el Pestana Casino Park en la ciudad portuguesa de Funchal.

A este periodo sumamente fértil sucedieron otras construcciones como el Memorial da América Latina en São Paulo (1989) o su participación en 2003 en el la prestigiosa Serpentine Gallery, para la cual diseño un anexo. El año anterior se inauguró en Curitiba un museo en su honor, conocido popularmente por su forma ocular como el Museu do Olho o Olho do Niemeyer. En 2007, año de su centenario, las celebraciones también fueron fastuosas.

Por fortuna para personas de semejante talento, Niemeyer no ha muerto totalmente, pues su vasto legado continuará viviendo por él.

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