Ayer la cadena CBS transmitió el Victoria's Secret Fashion, la pasarela de moda más esparada del año por las masas, que se llevó a cabo hace un par de semanas en Nueva York. Como siempre el show contó con la constelación de modelos más deseadas del mundo en una producción vertiginosa que eleva y mediatiza el deseo y el fashion a una indentidad simbólica con el cielo.
Esta vez las estrellas fueron las brasileñas Adriana Lima, Izabel Goulart, Alessandra Ambrossio, la sudafricana Candice Swanepoel, la inglesa Rosie Huntington-Whiteley, las norteamericana Lily Aldrige, Erin Heatherton y la checa Karolina Kurkova. Estuvieron ausentes las angelicales Miranda Kerr y Douyzen Kroes por estar embarazadas. Las modelos disfrazadas de hadas metálicas, driadas galácticas, aves del paraíso o alguns fantasías más oficinistas (como lolitas y tontas adolescentes precoces su fiesta de cumpleaños) recorrieron en medio de hedónico y frívolo éxtasis la pasarela ante un público igualmente estupefacto.
En una de las más bizarras apropiaciones de un mensaje mediático, al final del show, las modelos salen a la pasarela vestidas de niñas chiquitas, con chupone y colores chillantes, pero en lencería y se oye la voz del animador-programador mental, diciéndoles lo que deben de hacer, como "te estás diviertiendo", "baila", "es como si no te quieres ir" y se oye la canción de Muse "The Uprising", una canción usada como símbolo anti sistema, anti Nuevo Orden Mundial. Ante esta confusa panoplia semántica y sensorial, las modelos, muñecas cantando que no las van a controlar, que no las van a degradar, que son libres, así concluye el show.