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¿Es la crema de maní un caldo de cultivo cósmico? ¿Deberíamos de esperar en alguna ocasión encontrarnos con un pequeño extraterrestre embotellado? Fundamentalistas cristianos exponen su teoría de que la vida no se crea en un bote de crema de maní, ergo dios creo la vida.

La crema de maní es generalmente el alimento favorito para comer enfrente de la televisión, símbolo de la comida chatarra (aunque recargada de proteínas), pero acaso este popular alimento también es capaz de generar las mejores ideas en los jóvenes desempleados y en los cristianos fundamentalistas. Justamente los últimos, en el relámpago de inspiración de la cerma de maní, han ideado toda una explicación de por qué la evolución no existe, de por qué es necesaria la intervención de dios para crear la vida.

Sin entrar en esta polémica discusión, los creacionistas no se ayudan mucho al citar como una de sus pruebas más contundentes el hecho de que cuando uno abre un bote de crema de maní no nos encontramos vida nueva (acaso esperan encontrar un extarterrestre embotellado). Esto es, señalan, prueba de que el universo, la materia y la energía en sí mismas, no generan vida nueva, como la humana, la cual necesariamente tendría que haber surgido de la intervención expresa de dios. Dicen, aunque no sería muy común, alguna vez al abrir una crema de maní, en esa mantequilla cósmica, tendríamos que encontrar el proceso de evolución en acción.

Curiosamente el alquimista Von Welling decía que en un grano de sal se podía cultivar un nuevo universo; aunque parezcan las divagaciones de una persona que ha fumado mucha crema de maní, no nos parece rídiculo pensar que hasta en una lata de crema de maní cabe la totalidad del universo.