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La primera robot que ofrece las funciones de "novia" debuta en el Adult Entertainment Expo... por 7 mil dólares lleva a tu casa a Roxxxy, la fembot que ofrece comprensión simulada eléctrica y erótica
slide_4331_60857_large La que sus creadores sostienen es "la primera novia robot", la sexy Roxxxy, hizo su debut en el Adult Entertainment Expo en Las Vegas este sabado. Un proyecto de la compañía True Companion, de Douglas Hines, Roxxxy busca emanar calor verdadero de sus células de hule y silicón y ofrecer una fiel compañera para los hombres que buscan amor en la era digital. En la expo Roxxxy, vestida con un resbaladizo negligé negro, respondió al tacto de su creador con una sonrisa (de robótica hiperobviedad) y la grabación "Me encanta cuando tomas mis manos". Roxxxy está programada para responder con movimientos y vocalizaciones a los movimientos y al contacto de su novio-dueño. El fembot va desde los 7 a los 9 mil dólares y es capaz de conectarse al internet para ampliar su vocabulario y sus capacidades. El robot de Hines conversa sobre el Manchester United y ronca; cada quien puede customizar a su fembot. La muñeca robot cuenta con diferentes personalidades pregrabadas: Frigid Farrah, Wild Wendy, Mature Martha, etc. "El sexo sólo va hasta tal punto... luego lo que quieres es poder relacionarte con la persona", dijo Hines. Hace unos años apareció en internet el hoax de un robot que sostenía dominar las artes sexuales de diversas culturas y ofrecer el más puro y eléctrico placer. Sin embargo, hasta la fecha el mercado abierto no conoce a un robot acondicionado con el que se pueda tener cabalmente intercambio sexual (sin que este sea una aberración que recuerda a la necrofilia o una nefanda intentona de franquer umbrales de metal). Pese a esto, el teórico futurista David Levy cree que en un futuro cercano los humanos tendrán relaciones sexuales con robots de genitalia humanoide, los cuales serán capaces de realizar todas sus fantasías y liberar sus relaciones (los humanos podrán tener sexo con el robot de Britney Spears, etc.). Este producto (de rostro roto, inorgánicamente tenebroso) y sus futuros avatares recuerda a las desoladoras distopias de Phillip K. Dick, donde ciudadanos de un mundo semidestruido por un aborto tecnológico conversan en pequeños apartamentos con sus unidades de relación vital, televisores, animales clonados, o robots que mitigan la saudade (y sedan la sed cósmica) de no poder ya comunicarse profundamente (no poder tocarse de forma significativa) con otro ser humano. Al parecer en un futuro (o ya en el presente) el hombre que no logre canalizar su deseo sexual en la magia carnal, se convertirá en el robot de su deseo. Más info en el Huffington Post