¿Hay vida después de la muerte? Quizá esta sea la respuesta a la enigmática pregunta
Filosofía
Por: Luis Alberto Hara - 07/30/2017
Por: Luis Alberto Hara - 07/30/2017
¿Hay vida después de la muerte? Unos consideran que la experiencia de la vida es única e irrepetible; otros, que se trata de un ciclo del renacimiento (samsara) mediante la liberación y la trascendencia (moksha). La realidad es que la respuesta depende del contexto sociocultural, variando según las premisas religiosas.
Por lo general, la cosmogonía en torno a la vida después de la muerte se divide en dos escuelas principales que hemos mencionado con anterioridad: aquella que cree que se vive sólo una vez y aquella que cree en múltiples vidas. De ellas surgen diferentes corrientes:
I. Sólo existe una vida:
A. La muerte es el fin y no hay nada más después de la vida.
B. Después de la muerte hay un espacio para la eternidad.
C. Después de la muerte está el cielo o el infierno, y se podrá descansar en uno o sufrir en el otro.
II. Existen reencarnaciones y varias vidas:
Esta escuela cree que el ser humano se dirige de la Tierra de los muertos –pitr-loka– a la Tierra de la vida –bhu-loka–. Para llegar al segundo sitio es importante aprender la lección más importante: liberar la necesidad de un cuerpo. Durante ese aprendizaje, uno puede ser castigado por sus crímenes en el infierno –naraka-loka– antes de renacer en un nuevo cuerpo, o disfrutar del cielo –swarga-loka– hasta que sea el tiempo adecuado de regresar a la tierra.
Si bien el renacimiento y la remuerte –punar-mrityu– son inevitables en civilizaciones como los antiguos egipcios y antiguos chinos (antes de la introducción del budismo), el hinduismo relata la importancia del concepto de la inmortalidad –amrita–. Para ellos, los devas, que viven en el cielo, y los asuras, que viven debajo de la muerte, los pájaros –garuda– y las serpientes –naga– están en constante lucha por el néctar de la inmortalidad. Es decir, los asuras usan Sanjivani Vidya para revivir a los muertos; las serpientes, un naga-mani o una joya en forma de serpiente para traer a la vida al cuerpo inerte; entre otras historias. Además existen tanto una tierra de paz para los ancestros y dioses –swarga– como una tierra dolorosa debajo de los tres cielos –naraka–. Son a estos seres a quienes se les rinde homenaje a través de alimentos y rezos.
En esta segunda escuela se cree que el cuerpo humano, después de que muere, regresa a la naturaleza: los ojos se convierten en sol; la respiración, en viento. Para que esto suceda, de acuerdo con los practicantes védicos, es importante contemplar la teoría del karma, la inmortalidad, la unidad del self individual–atma, jiva-atma– con el self cósmico –brahman, param-atma– a través de la meditación –dhyana–, austeridad –tapasya– y ejercicio físico, mental y social –yoga–.
Es decir, si se cumplen estos deberes –dharmas– se puede regresar al mundo de otra manera o se puede escapar hacia otro mundo. Por ello, los rituales hindúes son una combinación entre el fuego –para escapar– y el agua –para renacer–. De hecho, muchas comunidades eligen la primera opción, mientras que otras alimentan a sus ancestros en rituales llamados shradh como una promesa de renacimiento. En ese ritual hay un enfoque primordial en el vínculo entre la comida, la carne –piel– y el deseo de regresar a la Tierra de la vida teniendo una piel y alimentos para aprender la lección hacia lo divino.