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Un hiperrealismo pop se da la mano con una convención de terror que resulta en órganos mixtos, órganos sin cuerpos, órganos autónomos que imitan o parodian el cuerpo y el universo de las sensaciones intraperceptivas

 

Objetos parciales, piezas de Frankensteins sueltos, la obra Fleshlettes, el proyecto escultórico del artista californiano Jonathan Payne explora los límites entre el cuerpo y lo siniestro: una galería de los horrores que recuerda la inminencia de la castración, el desmembramiento o el trauma freudiano entendido como todo aquello que compromete la unidad del organismo, por lo que las esculturas adquieren un grado de realidad colindante con la pesadilla.

"El cuerpo humano es familiar y hermoso pero también maravillosamente bizarro. Fleshlettes es una forma de reexaminar nuestras cualidades únicas desde un ángulo nuevo y poco familiar", dice Payne. El nombre mismo de la obra es intrigante: Fleshlettes remite a "flesh" (carne) y el sufijo "-lettes", que implica disminución o división. Son los fragmentos sin unidad, es la carne irreconciliable que da cuenta de su propia fragmentación.

Las esculturas están hechas de un polímero, acrílico y cabello real; un hiperrealismo pop se da la mano con una convención de terror que resulta en órganos mixtos, órganos sin cuerpos, órganos autónomos que imitan o parodian el cuerpo y el universo de las sensaciones intraperceptivas.