Es ridículo obedecer las normas sociales (y esta serie fotográfica lo demuestra)
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 04/20/2015
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 04/20/2015
Parte de la “normalidad” cotidiana implica obedecer reglas no explícitas que se nos imponen casi sin que nos demos cuenta. Sin estas, la vida en sociedad sería muy distinta, según algunos incluso imposible.
Paradójicamente, dicha obediencia ciega es por ello mismo potencialmente ridícula: cuando nos detenemos un poco, reflexionamos sobre el sostén de esas normas y descubrimos que no existe algo real, objetivo, que nos obligue a cumplirlas, entonces descubrimos ese cariz un tanto absurdo de su existencia. ¿Por qué en un estacionamiento público, por ejemplo, tienes que dejar tu coche en el espacio delimitado por nada más que unas líneas de pintura trazadas sobre el piso y no podrías colocarlo de otro modo? ¿De verdad unos brochazos son obstáculo suficiente para no hacer las cosas de otra manera?
Tomando como pretexto esa posible disrupción irónica, la fotógrafa alemana Frauke Thielking realizó una serie titulada En sus marcas. Listos. Fuera, en la cual exageró dicho absurdo para hacerlo aún más evidente. La serie, además, está presentada a manera de dípticos: primero una fotografía en donde se representa una norma de manera ridícula y, como pareja de esta, la imagen de un espacio arquitectónico que de alguna manera guarda relación con la situación anterior. Para Thielking, la arquitectura es el espacio donde ocurre dicha obediencia pero, sobre todo, puede ser símbolo de eso inerte que rige nuestra vida cotidiana. Por último, destacan los montajes en los que la fotógrafa hace de los seres humanos objetos inanimados que realizan operaciones mecánicas.
El resultado es divertido y también inquietante. En buena medida cumple su propósito de mostrar que, después de todo, es bastante irrisorio que en ciertas circunstancias todos actuemos igual sin que nadie realmente nos lo haya pedido así.
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