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Estudio revela que los trolls de internet son psicópatas, narcisistas y sádicos

Por: Luis Alberto Hara - 09/19/2014

Los trolls son una especie de acosadores o bullies que medran los linderos del internet y se alimentan de la miseria que generan sus comentarios. Afortunadamente existe una solución infalible: comprenderlos e ignorarlos.
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Troll potencial en su hábitat natural (según South Park)

Un estudio ha cofirmado lo que cualquier usuario de internet sabe: los trolls son personas terribles.

En la fauna del internet, un troll es un usuario dedicado a molestar, mentir y conseguir reacciones de los demás, generalmente de manera anónima y sin otro ánimo que el de ser provocador. Es innegable que, de entre los diversos tipos de usuarios de nuestro inmenso universo virtual, los trolls son los más fácilmente identificables: se alimentan del enojo y el rencor que despiertan en los demás.

Pero estas características, además, los distinguen como portadores de cuatro rasgos de personalidad cuya conjunción puede ser peligrosa: maquiavelismo, psicopatía, narcisismo y sadismo.

Los autores del estudio (titulado graciosamente “Los trolls sólo quieren divertirse”) encontraron que la relación entre sadismo y troleo de internet fue tan grande en el grupo de voluntarios online “que puede decirse que los trolls son sádicos prototípicos cotidianos”.

Aquí la gráfica de la actividad favorita al postear comentarios online, referenciada con los rasgos de personalidad de los voluntarios:

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Dicho de otra forma, “tanto los trolls como los sádicos se regodean sádicamente en la angustia de los demás. Los sádicos sólo quieren divertirse… y el internet es su campo de juego”.

Por ello, es bueno recordarnos que al encontrar un troll virtual estamos tratando con individuos sumamente perturbados: no se trata de sentir una falsa superioridad respecto a la gente que pasa sus días atormentado a otros usuarios sino comprender que, como dice el dicho, “no debes alimentar al troll”. En otras palabras: si tu angustia les brinda placer, simplemente niégales ese placer. ¿Cómo? Ignorándolos.