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¿A qué se deben las manifestaciones públicas de inconformidad en Venezuela? ¿Es el manejo de la economía? ¿El aumento de la criminalidad? ¿La impopularidad del régimen de Nicolás Maduro?

 

Por estos días dos países han ocupado, por mucho, la atención internacional. Por un lado, Ucrania, en especial su capital Kiev, en donde las protestas en contra de la administración del presidente Viktor Yanukovych se han recrudecido, haciendo de la ciudad un verdadero campo de batalla apocalíptico.

La otra nación en conflicto es Venezuela, en donde desde hace un par de semanas se viven manifestaciones públicas de oposición al régimen de Nicolás Maduro, presidente elegido luego de la muerte más o menos inesperada del carismático (en un sentido weberiano) Hugo Chávez. La oposición venezolana ha salido a las calles para expresar su descontento ante decisiones gubernamentales que, según reporta The Economist, fomentaron en meses recientes el intercambio ilegal de divisas en el mercado negro, dispararon la inflación de precios en productos básicos como alimentos y medicinas y, relacionado con esto último, se redujo sensiblemente la disponibilidad de dichos bienes. Eso, por lo menos, en términos estructurales, macroeconómicos. En el día a día el manejo de la economía nacional durante el régimen de Maduro se ha expresado en el aumento de crímenes violentos, motivo que inicialmente suscitó las protestas.

En términos generales, la inconformidad se ha aglutinado en el Movimiento Unidad Democrática (MUD), una alianza de distintos partidos de oposición que exigen un relevo en la dirigencia del gobierno. Sin embargo, al interior del MUD los analistas distinguen dos bandos: uno moderado que encabeza Henrique Capriles, excandidato presidencial en las últimas elecciones, que defiende la vía de la no violencia para conseguir dichas transformaciones. Por otro lado, una sección que hasta hace unos días tenía en Leopoldo López a su líder más visible, caracterizada por el llamado a la confrontación directa, a tomar las calles y solo así lograr su propósito.

Casi desde el inicio de las protestas (las cuales, dicho sea de paso, se han acentuado gradualmente en violencia y brutalidad policiaca), el régimen de Maduro emitió una orden de arresto contra López, acusándolo de conspiración, terrorismo y asesinato, a lo cual López respondió con un sonoro “¡No!”, asegurando públicamente en Caracas, ante de cientos de personas que lo apoyan, que no cedería ante un sistema judicial injusto.

Al final, sin embargo, el joven se entregó voluntariamente el pasado 18 de febrero en la ciudad de Chacaíto, en un gesto que a su parecer evidencia tanto la corrupción del gobierno como, por otro lado, el apoyo popular cifrado en su encarcelamiento, mismo que quizá valga la pena para que “Venezuela despierte definitivamente”.

Antes de esto, el líder de Voluntad Popular grabó y difundió este mensaje dirigido a quienes apoyan la causa que lidera, un llamado a todas aquellas personas que aún no se han sumado al esfuerzo por “querer cambiar” a Venezuela. “Ese compromiso tiene que ser activo”, dice López, quien también aprovecha la oportunidad para acusar al régimen de las muertes ocurridas el pasado 12 de febrero.

Aquí también, como en Ucrania, la moneda política está en el aire, y ante la magnitud de las protestas no parece sencillo dilucidar el resultado. En cualquier caso, no es una circunstancia menor que los propios habitantes de un país sean quienes se empeñen en tomar las riendas de su destino como nación, una apuesta arriesgada pero necesaria cuando un gobierno deja de velar por el bien común que le fue encomendado.

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