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El viaje de LSD de una ama de casa: visiones holográficas en la sala de estar (VIDEO)

Por: Jimena O. - 01/17/2011

Una mujer, ejemplo de la "normalidad" en la sociedad estadounidense de los cincuenta, tiene una experiencia mística durante un experimento tomando LSD.

En un clásico video de psicoestética cincuentera, el pionero Sidney Cohen dosifica con ácido lisérgico a una ama de casa seleccionada por su coeficiente de normalidad según exámenes psicométricos. Pese a la conciencia estándar de esta mujer, el LSD altera de manera notable su psique, otorgándole por momentos rebanadas místicas, sumiéndola en una bizarra incomprensión de lo que le sucede (tal vez por esto algunos usuarios de YouTube señalan que este video es más gracioso que la comedia stand-up).

Cohen administró el líquido lisérgico en 1953 a esta mujer y a otras personas en el Hospital de Veteranos en Los Ángeles. Eran los albores de los estudios sobre LSD en Estados Unidos. Aldous Huxley apenas empezaba a experimentar con la mescalina como una puerta perceptiva utilizando estímulos del Spiritus Mundi. Cohen administraría LSD a Bill Wilson, el fundador de AA, quien en un principio pensaba que el LSD podía usarse para que los alcohólicos tuvieran un despertar espiritual y dejaran de beber.

Por momentos la ama de casa, paradigma de la normalidad, tiene una experiencia epifánica, clásica del LSD en sus mejores expresiones. La embelesada ama de casa le dice al psiquiatra que puede ver las moléculas y sentir el aire, "todo está lleno de colores" (aunque es difícil imaginarlo con el blanco y negro), todo está vivo y nada separado y se asombra de cómo él no puede sentirlo, ya que eso "está aquí". Luego la mujer se extraña de la pregunta que le hace el médico, "¿cómo se siente por dentro?", y por un momento no sabe qué es dentro, ya que todo es uno (o sería uno si no estuviera el psiquiatra).

La mujer dice que está ante la presencia de "belleza infinita" y hay "una cortina" o un tipo de telaraña que la atraviesa. Luego trasciende las categorías y la dualidad, diciendo que esta cortina no es ni placentera ni no placentera (es interesante que el ama de casa observe la cortina fractal de la diosa Maia y se interne en la conciencia holográfica).

Ante la imposibilidad de comunicar sus visiones, al ama de casa busca obtener la sinestesia, "para hablar en tecnicolor", y así poder explicarle al obtuso psiquiatra que no puede ver la infinita belleza que rodea todo. Y ante la inefabilidad del caso llega a la región mística —un ama de casa en la misma dimensión de cual, según el filósofo Ludwig Wittgenstein, ya no se puede hablar: el silencio/lo místico. Es curioso que el ama de casa se apena en demasía por el docotor, porque este no podrá saber lo que está viviendo (aunque claro, Cohen ha probado el ácido antes).

Pese la divertida y en general positiva experiencia de esta ama de casa con el LSD, muchas otras personas, como los que tomaron el LSD de los Hell Angels o la secta de Charles Manson, probaron la otra cara de esta psico-tecnología, que puede ser, como dijera el escritor de Paradise Lost  y luego el mismo Aldous Huxley, tanto el cielo como el infierno.