Estos son los 8 hábitos para hacer el máximo de trabajo en el menor tiempo posible

¿Sientes que dedicas mucho al trabajo pero, al mismo tiempo, tienes la impresión de que tampoco haces tanto? Esta paradoja puede deberse a que quizá, más que trabajar, empleas tu tiempo en otra cosa. Y esto no es bueno. No porque afecte la economía de mercado o la incesante producción capitalista, sino por motivos más bien humanos.

Desde hace varios siglos autores de muy diversa índole han subrayado la necesidad de encontrar el equilibrio entre el trabajo y la recreación, el trabajo y el descanso, el trabajo y las relaciones personales, el trabajo y nuestros proyectos propios, etc. Es decir, hacer del trabajo una especie de pivote al que si bien estamos parcialmente anclados, no por ello debe impedirnos hacer otras cosas.

A continuación compartimos una serie de consejos que Mark McCartney publicó recientemente en el diario inglés The Guardian. McCartney es couch profesional y en su experiencia existen al menos 8 hábitos que, puestos en práctica, nos ayudan a hacer más en menos tiempo. 

1. Aíslate

Puede ser que tomes un lugar de trabajo sólo para ti o que te pongas los audífonos y subas un poco el volumen, o quizá alguna otra práctica que conozcas pero que, en todo caso, lleve al mismo resultado: la concentración. “Aíslate”, es decir, quédate a solas con el trabajo que tienes que realizar. Y esto vale también para el propio trabajo o las distracciones paralelas que pueden surgir: desde un correo que podrías responder pero bien puede esperar o el rondín acostumbrado a tus redes sociales.

 

2. No te resistas a la distracción

De entrada esto puede sonar un poco contradictorio con respecto al punto anterior, pero permítenos explicar. La distracción es más o menos inevitable, especialmente en nuestra época, y quizá podría decirse que hasta es algo constitutivo del ser humano. Sin embargo, no es lo mismo perder 5 o 10 minutos platicando con un compañero de trabajo, que mirar el reloj y sorprenderse porque sin sentirlo dejamos transcurrir media hora más en una visita a Facebook. Acostúmbrate a trabajar por períodos más o menos largos de trabajo concentrado (entre 1 y 2 horas, por ejemplo) y breves pausas de distensión entre cada uno.

 

3. Simplifica

Antes de empezar cualquier tarea, pregúntate cuál es la manera más sencilla –y posible– de realizarla. Este hábito te ahorrará muchos contratiempos, porque si bien es cierto que el desarrollo puede tener sus aspectos impredecibles, desde tu punto de partida llevas la premisa de hacerlo con sencillez.

 

4. Encuentra tu propio ritmo

El ritmo es importantísimo en la vida, en casi todos sus aspectos, y no menos crucial es que en vez de intentar seguir el de otros, encuentres o desarrolles el tuyo.

 

5. Fortalece tus virtudes

Hacemos mejor y más rápido aquello que dominamos. Si es posible, concéntrate en eso. La ambición es buena, es cierto, porque más allá del discurso del mercado y la producción querer más usualmente nos lleva a ámbitos inexplorados, a desarrollar habilidades de las que antes carecíamos y adquirir conocimientos que de otro modo permanecerían ignorados. En el trabajo cotidiano procura mantener un equilibrio entre eso que sabes hacer bien y aquello que quizá no tanto pero te gustaría aprender a hacerlo. Sin descuidar uno, fortalece el otro –y viceversa.

 

6. Cuidado con robotizarte

Si mecanizas tu trabajo, paradójicamente puede ser que este te tome más de lo que debería. ¿Por qué? Porque de inicio no llegaste a esa labor para hacer lo que haría una inteligencia artificial, sino para sorprender o irrumpir. Si dejas esto para el final, sólo cuando hayas terminado todo el trabajo de rutina, tu jornada nunca será suficiente.

 

7. Sé honesto

Ofrece plazos de entrega que puedes cumplir; si crees que una junta ya derivó hacia lo insulso, dilo; si no te interesa leer un artículo que te compartió un amigo, no lo leas; si tu trabajo ya no te interesa, pregúntate por qué. Sé honesto contigo mismo, con tu trabajo, con tus compañeros. Verás cómo eso impacta en el tiempo que dedicas a tus labores cotidianas.

 

8. Finalmente, evita artículos como este

Sí, sabemos que este punto es como un harakiri, pero preferimos correr el riesgo de que nunca más leas un artículo de Pijama Surf a cambio de que sí hagas lo que quieres. Lo decimos porque sabemos bien que, en nuestra época, una de las manifestaciones favoritas de la procrastinación es que antes de hacer algo nos sentimos impelidos a saber cómo se hace eso; buscamos en Internet, leemos algunos artículos, vemos algunos videos… sólo para que pasadas 2 o 3 horas nos demos cuenta de que estamos muy lejos de empezar a hacer eso que nos propusimos. Si quieres ser más eficiente en tu trabajo (y con esto nos referimos a dedicarle sólo el tiempo que, por salud, se le debe dedicar), hazlo así, evita diferir la decisión para un mejor momento.

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En un mundo donde nadie sea obligado a trabajar más de 4 horas al día, toda persona con curiosidad científica podrá satisfacerla, y todo pintor podrá pintar sin morirse de hambre, no importa lo maravillosos que puedan ser sus cuadros. Los escritores jóvenes no se verán forzados a llamar la atención por medio de sensacionales chapucerías, hechas con miras a obtener la independencia económica que se necesita para las obras monumentales, y para las cuales, cuando por fin llega la oportunidad, habrán perdido el gusto y la capacidad. Los hombres que en su trabajo profesional se interesen por algún aspecto de la economía o de la administración, serán capaces de desarrollar sus ideas sin el distanciamiento académico, que suele hacer aparecer carentes de realismo las obras de los economistas universitarios. Los médicos tendrán tiempo de aprender acerca de los progresos de la medicina; los maestros no lucharán desesperadamente para enseñar por métodos rutinarios cosas que aprendieron en su juventud, y cuya falsedad puede haber sido demostrada en el intervalo.

Sobre todo, habrá felicidad y alegría de vivir, en lugar de nervios gastados, cansancio y dispepsia.

Bertrand Russell, Elogio de la ociosidad

 

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