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The Guardian ha desenmascarado las actividades comerciales de una startup británica que ofrecía a parejas elegir genéticamente hijas e hijos más inteligentes. ¿Una caso de darwinismo social o de cuidado de la calidad de vida de las futuras generaciones?

El diario The Guardian ha dado a conocer una investigación colaborativa con el grupo activista Hope Not Hate sobre tratamientos “neoeugenésicos” no aprobados en el Reino Unido.

Una startup estadounidense denominada Heliospect Genomics ofrece a parejas de alto poder adquisitivo análisis embrionarios que, con tecnología de última generación, prevén el coeficiente intelectual futuro de distintos óvulos fecundados. Un caso de selección de la calidad genética de hijas e hijos potenciales que tiene como criterio una inteligencia superior, pero que también podría variar para elegir el sexo, la altura y otras características físicas o mentales.

De acuerdo al trabajo encubierto de Hope Not Hate, Heliospect Genomics ha trabajado con más de una docena de parejas en tratamiento de fertilización in vitro, a las que se les ofrecieron servicios de hasta cincuenta mil dólares o treinta y ocho mil libras esterlinas. La empresa emergente les prometía elegir hijas e hijos con por lo menos seis puntos de coeficiente intelectual sobre el promedio, gracias a una base de datos del almacén de material genético UK Biobank, institución de financiamiento e interés públicos, que cuenta con medio millón de donantes voluntarios.

Este tipo de herramientas de predicción y determinación de las potencialidades humanas son ilegales en las islas británicas, aunque están reguladas de forma laxa en los Estados Unidos solo de manera experimental, por lo que tampoco pueden comercializarse al otro lado del Atlántico. Tecnologías utilitaristas que sacan una vez más a la bioética del plano de lo hipotético.

Hope Not Hate tiene como objetivo hacer campañas para erradicar el racismo y el fascismo, y precisamente la eugenesia carga con estos dos adjetivos desde que criminales nazis como Josef Mengele intentaron implementarla como una forma de darwinismo social para mejorar la identidad aria de Europa, “purificándola” de judíos, gitanos, personas neurodivergentes o con capacidades diferentes. Sin embargo, sus nuevos defensores aseguran solo estar ofreciendo una mejor calidad de vida para las futuras generaciones de manera liberal y no coercitiva.

La eugenesia puede dividirse en dos categorías: “eugenesia positiva”, basada en fomentar la reproducción de lo deseable, y “eugenesia negativa”, la eliminación de características por las que sufren las personas, desde inaptitudes más o menos extendidas, hasta trastornos graves que hacen imposible o muy difícil el bienestar más mínimo. Sin ir más lejos, desde 2004 todas las mujeres danesas embarazadas pueden hacerse de manera gratuita un examen para detectar de manera temprana anomalías como la “trisomía 21”. La cifras indican que el noventa y ocho por ciento de estos embarazos con síndrome de Down son interrumpidos en Dinamarca. 

La eugenesia también puede dividirse en base a quién toma las decisiones: sus formas conocidas como “eugenesia coercitiva” se acercan más a los experimentos del Tercer Reich y supondrían una mayor toma de decisiones por parte del Estado o incluso por algunas empresas privadas. Un ejemplo son todos los casos de esterilización obligatoria que prohíbe la Organización de las Naciones Unidas y que afectaron a cientos de miles de personas en muchos países durante el siglo XX. Un injusticia todavía vigente que atenta contra los derechos reproductivos y que a gran escala ha supuesto una modalidad de genocidio. Sin embargo, algunos filósofos y especialistas de la salud apelan a una “eugenesia no coercitiva” o “liberal” basada en la libre decisión de los padres y en una moral utilitarista para que todas y todos podamos nacer en mejores condiciones.

Más allá de prejuicios étnicos, algunos de quienes desconfían incluso de una eugenesia no coercitiva han señalado que podría utilizarse para intentar no tener hijas e hijos homosexuales o intersexuales, que no respondan a un canon de belleza o de aptitud subjetivo o cultural, o que aparentemente puedan tener desventajas en una pirámide social que se explica por la Historia y no por la biología. Para el historiador de la ciencia Daniel Kevles, la eugenesia y la instrumentalización de los recursos naturales son proposiciones similares. Ambas pueden practicarse de forma sensata o de manera desproporcionada, abusando de los derechos individuales. Un problema aún más complejo según la directora del Centro de Genética y Sociedad de California, Katie Hasson:

Estas herramientas normalizan ver a la genética como “superior” e “inferior”, reforzando la creencia de que la desigualdad proviene de la biología y no de causas sociales.

Sin embargo, los defensores de la neoeugenesia consideran que seguimos atrapados en una ética esencialista y carecemos del valor ver primero por la calidad de vida, al idealizar situaciones evitables, pero que identificamos con la condición humana. Las herramientas de selección genética podrían ayudar a las sociedades a mejorar sus aptitudes intelectuales, creativas, atléticas y de resistencia a las enfermedades. También podrían ayudar a desaparecer males que sufren los propios individuos, por ejemplo, padecimientos físicos o psicológicos orgánicos y graves, discapacidades para llevar a cabo una vida mínimamente normal, y formas de retraso mental o del desarrollo. Además de tendencias ulteriormente delictivas que caen en lo que algunos psicólogos denominan como “triada oscura”, maquiavélicas, narcisistas o psicopáticas. Para el graduado de la Universidad de Oxford y trabajador de Heliospect Genomics, Jonathan Anomaly:

Todo lo que queremos decir con eugenesia liberal es que deberíamos ser libres y tal vez ser alentados a usar la tecnología para mejorar las perspectivas de nuestros hijos.

Hay especialistas que van más allá. Julián Savulescu, catedrático de la Universidad Nacional de Singapur, incluso se atreve a hablar de una “beneficencia procreativa” que supone no solo un derecho o un permiso, sino una obligación moral de los padres en posición de seleccionar preventivamente algo de la vida futura de sus hijas e hijos para favorecer que nazcan quienes pueden tener la mejor posible. Coincidirá en que el Diablo está en los detalles.

No es poca cosa que la humanidad busqué un tipo de dominio sobre sí misma que pasa por elegir a una humanidad potencial a partir de los ejemplos que sigue dando, por lo menos hasta hoy, la ya existente. Hay una frontera evanescente entre ayudarnos y lo que el papa Francisco denomina “ideologías del descarte”. También hay una línea muy fina entre advertir que somos seres con una herencia genética y vernos como seres determinados desde el nacimiento.

 

Imagen: selección genética, Freepik.