¿Qué es y cuáles son los beneficios postorgásmicos del "afterplay"?
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 04/08/2015
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 04/08/2015
En la novela Engaño, Philip Roth cuenta la historia de un par de amantes que hablan sobre cómo sobrellevar el adulterio y las preocupaciones cotidianas en escenas que transcurren tanto antes de tener sexo como en los momentos posteriores al orgasmo. El juego es interesante no sólo por la maestría formal de Roth sino también porque el orgasmo no marca solamente una línea de meta imaginaria en el sexo, sino una frontera entre nuestra forma de ser antes de tener sexo y después.
En el extenso feed de blogs sobre mejoramientos varios existe una subsección interesante cuyo tono comienza a homologarse a medida que pasa el tiempo: es el de las columnas acerca de sexo que no sólo publican opiniones o crónicas acerca de la vida sexual de los autores (hombres o mujeres), sino que también promueven el sexo como una suerte de panacea para combatir toda clase de padecimientos, desde el insomnio hasta la angustia.
A veces aparecen términos como "afterplay" que pueden rastrearse hasta libros sobre consejos sexuales con el sugerente título, además de cientos de técnicas al respecto.
Definir el término es muy simple: se trata del reverso del foreplay, las caricias y besos que idealmente preceden al coito heterosexual, sólo que aplicado después del orgasmo. La lógica del orgasmo masculino y femenino entra en juego: los hombres experimentan una caída súbita de la excitación que sin embargo no se dispersa por completo, mientras que las mujeres tardan mucho tiempo más en "bajar" del orgasmo.
Es interesante considerar el sustento ideológico del afterplay. Están funcionando significantes como "after party" (después de la fiesta) y algo así como "jugar después", como aquella famosa cita de Jean Baudrillard: "Oye, nena, ¿qué harás cuando termine la orgía?".
Se trata sin duda de una práctica que alivia la tensión del coito y el orgasmo como evento sumo de consumo dentro de la dinámica sexual al proyectar una temporalidad extendida al acto sexual, como espirales en una sesión de tantra, y puede incluso funcionar para que las parejas conozcan y se adapten a los ritmos orgásmicos de sus parejas; pero por otro lado, también suena como un surplus desbordante, un extra fantasmático o, como se dice popularmente en México, un pilón. Si la angustia por alcanzar el ansiado multiorgasmo-Grial (angustia que el hombre experimenta como mandato de tener una erección siempre disponible y confiable) está afectando tu vida sexual, vale pensar el afterplay como parte de esa tendencia a "des-pornizar" el sexo.
Las definiciones que se dan en línea del afterplay conciernen a besos, abrazos o incluso duchas compartidas que sin embargo recuerdan demasiado a los foreplays. Se trata más bien de jugar con los genitales cuando estos se encuentran más sensibles y son más delicados. Es expresión también de los deseos de las lectoras de Cosmopolitan de tener amantes considerados que no se duerman después de eyacular, sólo que con un nombre un poco más llamativo.