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Ahora que la marihuana se vuelve legal, los presos por consumo deberían ser perdonados

Por: Jimena O. - 04/03/2015

La reciente despenalización del uso de la marihuana en Connecticut, Estados Unidos, abre la posibilidad de revisión de cientos de casos de personas encarceladas por un acto que ya no es delito

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Desde 2012, Connecticut es uno de los pocos estados en Estados Unidos en donde el consumo de marihuana es legal, por el momento sólo con fines médicos (como en California), pero quizá pronto se apruebe también con fines recreativos (como en Colorado y Washington).

Entre las implicaciones de la medida existe una quizá menos evidente pero aun así importante, la cual se relaciona con la retroactividad de la ley. Como sabemos, hay ocasiones en que una legislación puede aplicarse también retroactivamente, sobre todo cuando supone un beneficio para el ciudadano, y entonces aplicarse para casos del pasado que fueron juzgados bajo otras normas. Si así sucede, los tribunales de Estados Unidos podrían enfrentar una oleada de revisiones para personas que fueron encarceladas por un acto que, al menos en Connecticut, ya no es delito.

Ese es el sentido de la apelación pedida por Nicholas Menditto, un hombre de 31 años que en 2009 fue arrestado por posesión de marihuana y que hace unos meses llevó su caso hasta la Suprema Corte por considerar que su condena fue injusta a la luz del matiz entre “legalización” y “despenalización” (para traducir la palabra “decriminalization”). Menditto argumenta que ahora que llevar consigo hasta media onza (14gr) de marihuana no es un delito penal, no hay razón para que él siga en la cárcel. Hace unas semanas, la corte de Connecticut falló en favor de Menditto y ordenó eliminar los cargos que se le imputaron.

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El caso sin duda es interesante, sobre todo en Estados Unidos, país en el que la criminalización de la marihuana y el negocio de construir y administrar cárceles se ha convertido en una combinación secretamente fructífera para unos cuantos. Más de 50% del total de los prisioneros en el enorme sistema penitenciario estadounidense cumplen condenas por ofensas ligadas a las drogas; 29% de estos está ahí por marihuana. Esto crea una laguna legal profunda, al menos en el aspecto de derechos humanos, a lo que debemos añadir que existe un componente racial: la mayoría de los presos por posesión y venta de drogas son minorías (negros e hispanos, sobre todo). 

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Se espera que Connecticut (el llamado "preppy state") pueda sentar un precedente y se esparza una ola de perdones en la misma proporción en que se propaga la ola de legalización. Sería una señal de justicia (poética) psicoactiva retroactiva.

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