La sorprendente precisión de los testículos en las esculturas griegas: un desafío a la masculinidad (FOTOS)
Por: Luis Alberto Hara - 10/14/2014
Por: Luis Alberto Hara - 10/14/2014
La Grecia clásica se considera, hasta ahora, uno de los momentos culturales más elevados de la civilización humana. Al menos para Occidente, el trabajo intelectual todavía abreva de esa fuente: la filosofía, la literatura y algunas otras artes como la pintura o la escultura tienen en la cultura griega un referente obligado.
En materia escultórica hay ciertas efigies que pertenecen igualmente a nuestra herencia colectiva, en parte, es cierto, gracias al filtro renacentista, cuyos artistas retomaron los cánones griegos para fijarlos ya indeleblemente en ese archivo compartido que llamamos cultura universal o general.
Los frisos, el Laocoonte y sus hijos que se encuentra en el Museo del Vaticano, la Victoria de Samotracia que resguarda el Louvre y algunos otros sobrevivientes, nos hacen ver que los griegos consiguieron un dominio increíble del cincel sobre el mármol, representando con una fidelidad extraordinaria la figura humana.
Sin embargo, es posible que no tengamos memoria para un detalle peculiar: los testículos de los esculpidos. Una exquisitez en la cual la fotógrafa inglesa Ingrid Berthon-Moine encontró un motivo de asombro y curiosidad.
Como frecuentemente sucede con la creación artística, una decisión estética habla mucho tanto del artista como de la época a la que este pertenece. ¿Por qué Fernando Botero eligió la obesidad de sus personajes como elemento distintivo de su estilo? ¿Por qué El Greco alargó las figuras humanas hasta límites inverosímiles? ¿Por qué el gesto extático es tan importante en Bernini? ¿Por qué los griegos esculpieron testículos tan “pequeños y tensos”?
A partir de su proyecto fotográfico, Berthon-Moine encontró un contraste enigmático entre una cultura masculina de la Grecia clásica y, por otro lado, la preferencia de los escultores por cuerpos con testículos pequeños. Esto en parte podría explicarse por el amor a la precisión y la fidelidad en la representación anatómica (algo de lo cual carecemos en nuestra época, ahora que lo común es la exageración y la desmesura).
Sorpresivamente, la serie de Berthon-Moine —titulada, por cierto, Marbles, un juego de palabras con la palabra en inglés para “mármol” y el uso que a esta misma se le da en slang para testículos— ha tenido una recepción favorable, algo que la fotógrafa atribuye al interés de ciertos sectores por deconstruir la identidad masculina de Occidente.