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La imaginación y la memoria se entrelazan en el origen del pensamiento, pero un nuevo estudio ha notado sutiles diferencias para estas facultades cognitivas, ubicando por primera vez el lugar en el cerebro donde ocurre la imaginación

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Siendo las dos funciones más elevadas de la mente, la memoria y la imaginación tienen una estrecha relación en el pensamiento humano. Muchas veces estas dos facultades se han confundido, no sin razones: muchos han creído que la imaginación es sólo otro aspecto de la memoria.  En este sentido, un estudio realizado con personas amnésicas mostró que su capacidad de realizar un ejercicio de imaginarse en una serie de situaciones y lugares se vio comprometida, lo cual resulta lógico ya que, sin memoria, no tenemos la materia prima, la cosa mentale para completar un escenario imaginario.

Por otro lado se ha comentado, con cierta ironía, que en realidad la memoria es una forma de imaginación, ya que al recordar recreamos lo que vivimos, a veces hasta el punto de almacenar recuerdos completamente falsos; ciertamente, cada vez que llevamos a la mente un recuerdo, que lo imaginamos, lo hacemos otro, incluso al nivel del cableado sináptico. Al procesar información y almacenarla, siempre interviene la observación que altera lo observado.

Hasta hace poco se creía que la memoria y la imaginación eran procesadas por la misma parte del cerebro y formaban una misma tarea cognitiva, pero un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Brigham Young ha descubierto que la parte del cerebro donde ocurre la imaginación es funcionalmente distinta de un proceso relacionado como la memoria. El estudio observó la actividad cerebral de personas recordando experiencias específicas y colocándose en situaciones novedosas bajo resonancias magnéticas.

Según Stefania Ashby, quien propuso el estudio, el interés era determinar "si la imaginación es sólo tomar memorias pasadas y combinarlas de manera diferente para formar algo que nunca se ha experimentado". 

Observando las resonancias magnéticas de sujetos haciendo tareas de memoria o de imaginación se pudo determinar que, si bien ambas funciones ocurren en áreas cercanas en los centros profundos del cerebro, existen importantes variaciones en las regiones del hipocampo que se activan. El hipocampo parece distinguir entre el acto de recordar el pasado y el de imaginar el futuro; en el caso de la imaginación se activan las regiones frontales y en el caso de la recordación, el área del parahipocampo y la región del cíngulo. 

Históricamente,la memoria y la imaginación han sido consideradas como las facultades mentales más altas. La importancia de la memoria puede apreciarse en que la diosa Mnemósine, personificación de la memoria, es la madre de las musas y a través de ellas es que podemos hablar e inspirarnos, según la mitología griega. Platón consideraba a la memoria como una cualidad divina: el conocimiento mismo no era más que el recuerdo, el registro activado de las ideas o formas con las que se creó el mundo.

La imaginación --diferenciada de la fantasía--, por su parte, fue considerada como un órgano de percepción capaz de acceder a los mundos sutiles, al reino celestial, y como tal participa de la divinidad, según la filosofía neoplatónica.

Según John Holland, padre de los algoritmos genéticos, "la verdadera esencia de una ventaja competitiva, sea en el ajedrez o en la actividad económica, es el descubrimiento y la ejecución de jugadas en un escenario ficticio". Si bien existe cierta diferencia, queda claro también que la imaginación se alimenta de la memoria, y poder acceder de manera diáfana a recursos mnemónicos aumenta la capacidad de imaginar y simular escenarios útiles.