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Las reactive media son una nueva serie de tecnologías enfocadas en capturar nuestras reacciones corporales para responder a nuestras emociones, pero también pueden ser usadas para manipularnos.

Ashley Mackenzie

 

Sea lo que sea lo que me vigila, no es algo humano.

-Philip K. Dick, A Scanner Darkly

No sé ustedes, pero a mí se me enchina la piel cada que una nueva tecnología invade el presente y soy testigo de cómo se van cumpliendo, una a una, las palabras de nuestros más preciados profetas de la ciencia ficción. Nunca sé del todo cómo interpretar este estado de excitación, ¿como entusiasmo?, ¿como paranoia?, pero eso ahora ya no importa, porque en el horizonte despunta la era de las reactive media, una serie de tecnologías enfocadas en capturar hasta el más mínimo detalle de nuestras emociones para producir la respuesta que "deseamos".

Desde hace algún tiempo, existe la posibilidad de sincronizar tu música con el ritmo al que corres (Nike+), o de escanear tus ondas cerebrales para seleccionar en tu smartphone la canción que más se ajusta a tu estado de ánimo (Neurowear). Sin embargo, las reactive media buscan llegar más lejos: estamos a punto de averiguar qué pasa cuando los dispositivos que nos rodean pueden reaccionar en tiempo real a los cambios del cuerpo.

Por ejemplo, la BBC acaba de estrenar un sistema llamado Perceptive Radio, el cual usa sensores de sonido, luz y proximidad para determinar mediante un algoritmo los niveles de atención de la persona en cada momento. Así, el contenido de los programas se puede reorganizar en versiones más cortas o más largas, dependiendo de qué tan interesado estés en ellos. Y esto sólo es el principio. Muy pronto, biosensores de ritmo cardiaco y ondas cerebrales harán posible la producción de películas, música y libros que cambiarán activamente en reacción a las emociones de su audiencia (vease el caso Neurofiction, de Hannu Rajaniemi, un e-book que puede llevarte alternativamente por 48 caminos narrativos diferentes).

Las posibilidades parecen infinitas. Las reactive media prometen sumar niveles de involucramiento e intensidad emocional nunca antes experimentadas a todas las formas de arte y entretenimiento. Todo esto parece emocionante, sí, pero ¿a qué costo?

Laurie Lipton

Pronto habitaremos en peceras sensoriales, instalados en ambientes controlados, donde todo estará diseñado para darnos una sensación de totalidad, de calma, de suave estupidez. Seremos observados de manera insomne e invisible, mientras nuestras emociones, gestos, conversaciones y movimientos son analizados constantemente para generar un perfíl cada vez más exacto de nuestros deseos, pero también de nuestros miedos.

A diferencia de las redes sociales, las reactive media no requieren de nuestra interacción, miden nuestras reacciones primarias, no nuestras opiniones. Transitan en un estrato subliminal, pasan la barrera de nuestra conciencia para hablar directamente al cuerpo. Así, a través de los nuevos dispositivos, la publicidad se volverá una trampa cada vez más sutil y seductora, como una complaciente meretriz que conoce tu más profundos anhelos. Y éste es el punto de inflexión, donde los medios usados para complacerte empiezan a ser usados para controlarte. Entonces, si queremos pasar desapercibidos, tendremos que aprender a hacer de nuestro cuerpo una máscara, que muestre por fuera una emoción, mientras por dentro escondemos otra.

Así como se puede conducir la respuesta emocional de la gente para incrementar su placer, también se puede utilizar para incrementar su dolor. Del otro lado de las aplicaciones terapéuticas siempre están las aplicaciones militares. Con las reactive media, se volverán cada vez más sofisticadas las operaciones de espionaje, se perfeccionarán las torturas y los interrogatorios.

Según parece, pronto estaremos tapizando voluntariamente nuestras salas con costoso equipo de espionaje a costa de nuestros bolsillos, todo a cambio de un shot personalizado de endorfinas. En otras palabras: estarás recibiendo tu droga a cambio de revelar la fórmula de tu veneno. Pero no te angusties, nadie va a querer lastimarte, al menos no mientras permanezcas enajenado en el juego.

¿Qué es lo que ven esos ojos que no parpadean? No eres para ellos más que un cúmulo de datos, de reacciones, de instintos programables. Yo no soy optimista, cada vez estamos recibiendo menos por lo que damos a cambio, ¿o no somos acaso esos sacos de carne cableados que alimentan a la máquina?

 Twitter del autor: @sustanciaD