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Los resultados de este experimento nos hacen dudar incluso del famoso personaje de Borges, Ireneo Funes, el memorioso.

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Aunque no es algo nuevo decir que la memoria humana constantemente se equivoca, sí lo es demostrarlo científicamente. En efecto, sólo basta platicar con dos personas distintas que fueron al mismo evento para comprobar, entre otras cosas, que la memoria humana no sólo es selectiva, sino que incluso puede albergar recuerdos falsos. Éste es un hecho tan conocido que los psicólogos ya no ven como un simple error un recuerdo distorsionado dentro de la narración de una persona, sino que han incluido el análisis de esos "errores" como una herramienta muy útil para elaborar el psicodiagnóstico del paciente: ¿por qué recuerda las cosas precisamente así? ¿cuáles son las causas que lo llevan a equivocar esto y no aquéllo? ¿por qué no mencionó algo tan relevante como esto? Sabemos que la memoria nos engaña cuando, por ejemplo, nos encontramos en una reunión familiar y nuestra hermana jura y perjura que alguno de nosotros, vegetariano, ama el pavo de navidad porque ella dice recordar cómo la delectación con que lo engullía el entonces joven pariente, a quien, si le preguntan, dirá que tal cosa no pudo haber sido nunca verdad. 

En resumidas cuentas, la falibiliad de la memoria humana se materializa a cada momento. No obstante, en el sistema de justicia actual se le otorga un gran peso a los testimonios de testigos y en la vida cotidiana se libran verdaderas batallas conceptuales cuyos argumentos se basan en la "certeza" que tienen los que discuten acerca de sus recuerdos y experiencias. 

Entonces, lo que hicieron siete investigadores de la Universidad de California en Irvine fue poner a prueba a un grupo de personas con una memoria autobiográfica altamente superior (HSAM, por sus siglas en inglés), en un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences de Estados Unidos. Sí, existen (pocas) personas que tienen una capacidad impresionante para recordar eventos de su vida, incluso eventos muy lejanos. Tomemos como ejemplo a Frank Healy, una de las cincuenta personas confirmadas con HSAM en E.U., que, al preguntarle una fecha al azar, digamos 25 de marzo de 1996, puede reconstruir sus acciones de aquel día, incluyendo las más insignificantes: qué desayunó, qué canción sonaba en la radio mientras se dirigía a su trabajo, etc. Bueno, pues incluso entre este grupo de personas con memoria autobiográfica excepcional se encontró que su cerebro reconstruye recuerdos incorporando eventos posteriores a éstos (es decir, "contaminando" el recuerdo inicial), y que también usan asociaciones para recordar, lo que necesariamente introduce desinformación o variantes en lo que "verdaderamente" haya sucedido.

El resultado del experimento se reduce a una frase: nadie es inmune a tener falsos recuerdos. Lo que ya sabíamos ahora es comprobado científicamente, evento que puede significar una amenaza para todas la actividades que se basan en la memoria de sucesos pasados como herramienta principal. 

Al final, lo que se destaca una vez más es que la identidad del ser humano, íntimamente ligada a la memoria, es una actividad narrativa, y como tal, cambiante, según las perspectivas desde que se la aborde (situaciones emocionales, distancia temporal, deseos y expectativas que se tienen sobre uno mismo, etc.).