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Un reciente estudio encontró que los hongos tienen la capacidad de "crear viento" para que este se lleve sus esporas a lugares húmedos y protegidos.

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El mundo de los hongos es un mundo discreto y lleno de extrañeza. Varios científicos se refieren al reino Fungi como “la materia negra de la biología”, porque hay muy poco que se sabe de ellos. Apenas hace poco descubrieron, por ejemplo, que gracias a unos hongos que se añaden a las raíces de los árboles, éstos pueden comunicarse entre ellos y enviarse nutrientes unos a otros. Pero además de que permiten la comunicación arbórea, los hongos también pueden producir viento para que lleve sus esporas a otras partes del bosque.

Por mucho tiempo se pensó que los hongos se reproducían pasivamente tirando sus esporas al suelo para que una corriente de aire las recogiera y las depositara en otro lugar. Pero este nuevo estudio muestra como el fungi es mucho más activo al esparcir sus semillas.

Para “crear viento”, los hongos sólo tienen que dejar que su humedad se evapore. Esta evaporación les permite enfriarse ya que el cambio de fase de agua líquida a vapor usa energía calórica. El aire frío es más denso que el aire caliente y tiene tendencia a fluir y esparcirse.

Esta habilidad para crear viento es lo que les permite nacer adentro de troncos, en hendiduras de árboles, debajo del pasto: lugares donde el viento común no llega fácilmente. Según uno de los investigadores, si llevas una linterna al bosque en la noche podrás ver esporas moviéndose en grandes nubes, con su propio viento.