Somos animales habituales: los hábitos constituyen "una segunda naturaleza". Muchos de estos hábitos nos permiten ahorrar energía y poder acceder a más información --como por ejemplo cuando conducimos un automóvil--, pero muchos otros nos programan de una forma indeseable, manteniéndonos en un círculo vicioso, o en un laberinto --como le ocurre a las ratas. Investigadores de MIT, consiguieron revertir hábitos en ratas utilizando un poco de luz. En lo que parece abrir la puerta para una interesante disciplina de reprogramación a través de la luz, o, usando el término científico, la optogenética. Ratas fueron expuestas a dos tipos de tonos dentro de una jaula en forma de T, uno de ellos indicando que el brazo derecho de la T contenía comida y el otro tono que el brazo izquierdo contenía comida. Después de 10 días, las ratas reaccionaban con un 90% de precisión a los tonos, tomando el camino correcto de la comida siguiendo el tono que oían. Los investigadores luego pusieron sustancias nocivas en la fuente de comida, pero en respuesta al tono las ratas seguían yendo por ese camino pese a que significaba una experiencia poco placentera. Para remover este hábito, los investigadores usaron la optogenética. Esto es, insertar un gen bacterial que se activa a través de la luz en la células del cerebro. Cuando se expone a la longitud de onda de luz adecuada se abre un canal de iones que alteran el voltaje y detonan un impulso nervioso. Para hacer funcionar esto los investigadores inyectaron este gen e implantaron un cable de fibra óptica que les permitió detonar la actividad neural. Para atacar un hábito en particular, los investigadores tuvieron como blanco el córtex infralímbico, encargado de controlar las actividades habituales. Emitir luz hizo que la actividad en esta zona del cerebo se interrumpiera. Dentro del laberinto en T, la luz hizo que las ratas rápidamente dejaran de responder al tono asociado con la comida tóxica. Esto persistió incluso después de que los investigadores dejaran de utilizar la estimulación fótica. Sin embargo, la luz no interrumpió todos los hábitos, hizo que regresarán a otro: el segundo tono que escuchaban entró en acción. Rápidamente después un nuevo hábito se formó y las ratas respondieron yendo hacia la parte de la jaula que tenía la comida que no había sido contaminada, aunque esto no había sido detonado por los tonos. Los investigadores sugieren que tenemos una gran colección de hábitos, y podemos mantener varios --subyacentes-- en una misma situación. Esta misma técnica podría ser también aplicada en seres humanos.