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Fotos de astronauta evocan el capítulo final de 2001: Odisea al Espacio: Júpiter y Más Allá del infinito

Por: Jimena O. - 05/28/2012

Astronauta de la Estación Espacial Internacional recrea en ecos estéticos el viaje hiperdimensional del astronauta del clásico de Stanley Kubrick: el portal psicodélico hacia la siguiente etapa de evolución humana

Estas imágenes de estelas de luz (de estrellas y de la propia luz de la Tierra) nos recuerdan uno de los momentos más psicodélicos de la historia del cine: el viaje hiperespacial del astronauta David Bowman en la película de Stanley Kubrick 2001: Odisea al Espacio. Aunque las luces policromáticas fotografiadas por el astronauta de la Estación Espacial Internacional Don Petit no se erigen como un portal, de cualquier manera las franjas de colores y el conexto permiten evocar un momento mágico en el que la conciencia se propulsa a una dimensión jamás cruzada por el hombre. Como diría Bowman: "Es el vacío --y parece extenderse infinitamente-- y-- ¡Oh Dios está lleno de estrellas!".

 

Petit tomó estas imágenes viajando 240 millas por encima de la Tierra y combinó una serie de fotos de larga exposición para crear estos timelapses de las trayectorias astrales.

En la parte final de la película de Kubrick, el astronauta David Bowman (El Hombre Arco), durante una misión a Júpiter entra en una especie de vórtice hiperdimensional, cruzando una muralla móvil de luz, propulsado por el Monólito, para llegar a una extraña cápsula victoriana donde se observa a sí mismo envejecer velozmente (acaso después de haber detenido el tiempo en su viaje a la velocidad de la luz). El astronauta entonces se convierte en el Niño de las Estrellas que flotaba en un inicio en el espacio sideral cercano a la Tierra. Se cumple el arco, regresa a casa como Odiseo y de paso inaugura una nueva etapa evolutiva en el proyecto humano (suena la música de Así hablo Zarathustra, cincelando el círculo del superhombre), el cual al parecer ha sido diseñado por una civilización extraterrestre, indistinguible de la divinidad. Kubrick, como un alquimista de la imagen en movimiento, en una magnética seducción, busca acelerar ese proceso de transmutación.

[Daily Mail]