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En Shanghái un exclusivo autolavado recibe a sus clientes con atractivas empleadas cubiertas con nada más que bikinis, porque la extravagancia y la ostentación son los acompañantes naturales de la riqueza.

El lujo y la ostentación son los acompañantes naturales de la riqueza, aquellos con los que esta se pasea del brazo dejando ver el estatus acomodado del que goza.

Preservativos de decenas de dólares, excusados tanto o más costosos, son solo algunas de las manifestaciones más extravagantes que adquiere esta actitud, ansiosa por satisfacer el deseo de exhibición de los más acaudalados.

En Shanghái, la industriosa ciudad china, recientemente abrió un autolavado que cuenta con la singular característica de que sus empleados son atractivas mujeres que atienden cubiertas apenas por diminutos bikinis. Los clientes, por supuesto, son dueños de automóviles de lujo, quienes seguramente se sentirán muy   complacidos de que estas mujeres pasen el trapo de arriba abajo una y otra vez hasta sacar lustre a sus posesiones.

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