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Aunque el rechinido de las uñas sobre una pizarra no parece repulsivo por probables causas físicas (la forma de nuestro canal auditivo), también puede deberse a razones psicológicas más propias de la programación mental y la sugestión colectiva.

Quizá haya raros ejemplares que no participen de esta unánime aversión, pero a veces pareciera que la humanidad está hermanada en el desagrado común que siente hacia el sonido chirriante de una superficie sumamente sólida pasando por la superficie de una pizarra. Sin embargo, hasta ahora no conocíamos las causas de esta repulsión compartida.

De acuerdo con Michael Oehler y Christoph Reuter (profesor en la Universidad de Medios y Comunicación de Colonia, Alemania, y en el Instituto de Musicología de la Universidad de Viena, respectivamente), en el caso particular de las uñas sobre la pizarra, las razones podrían ser fundamentalmente fisiológicas y psicológicas.

Aunque Oehler y Reuter sabían desde hace varios años, como otros investigadores, que muchos de los sonidos que consideramos desagradables tienen una frecuencia de entre 2 y 4 kilohertz, estudios posteriores les sugirieron que probablemente sea la forma de nuestro canal auditivo la que amplía frecuencias que se encuentran en este rango, una amplificación que llaman “el excedente del oído abierto” (esto, sin embargo, podría ser resultado de la evolución, ya que algunos sonidos vitales como el llanto de un niño o la llamada de auxilio de un congénere, se encuentran por lo regular en dicho rango).

Por otra parte, las causas psicológicas están relacionadas con la programación cultural de la que somos sujetos. Para demostrar esto recurrieron al siguiente experimento: luego de preguntar a un grupo de voluntarios cuáles consideraban los sonidos más desagradables (uñas sobre un pizarrón y gis sobre un pizarrón), los investigadores procedieron a someter a la mitad de estos individuos a uno de esos sonidos y a la otra al otro, pero diciéndole al primer grupo que escucharían música clásica y al segundo grupo que solo se trataba de chirridos sin sentido.

Previsiblemente, unos tendieron a encontrar menos desagradables los sonidos escuchados que otros. Sí: quienes supuestamente escuchaban música se mostraron por lo menos más tolerantes hacia el gis sobre el pizarrón y, además, mucho menos estresados que sus compañeros que quizá sentían que se les molestaba por puro placer.

Así que la próxima vez que escuches cualquier sonido como este de molesto, solo piensa que se trata de algún tipo de música contemporánea y quizá te irrite menos, quizá incluso distingas las tonalidades secretas que a todos nos rodean y que distinguen nuestro entorno.

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