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Científicos descubren un gen que puede activar o desactivar diversas secciones del ADN.

Un grupo de investigadores ha descubierto una especie de hack genético, un gen, que permite activar o desactivar diversas regiones en la estructura de nuestro ADN. Este hallazgo de algún modo nos sugiere la reflexión de que nacer no es el único requisito para activar la totalidad de nuestra estructura genética. En este sentido recuerda a aquellas tradiciones del nuevo misticismo que ofrecen, a través de una serie de prácticas y disciplinas, la posibilidad de despertar regiones genéticas que, por alguna misteriosa razón, no se activan implícitamente al momento de nuestro nacimiento.

A pesar de que todo el ADN que necesitas ya viene incluido en tu cuerpo, ello no implica que tengas acceso a él. La disposición de nuestra información genética, distribuida en un diseño relativamente caótico, provoca que ciertas regiones de esta estructura no sean automáticamente accesibles sino que requieren de una activación puntual. Cuando el cuerpo está "estresado" (tomando en cuenta que la aplicación de este término es eufemística), a veces los paquetes de información no vienen desenvueltos. Recientemente los científicos han descubierto precisamente el gen, el ATF-2, que sirve como detonador para el desdoblamiento de estos paquetes, lo cual implica el permitir que las regiones "dormidas" de nuestro ADN puedan expresarse .

Pero a pesar de que el descubrimiento puede parecer, en un principio, fabuloso, lo cierto es que tampoco pueden descartarse algunas implicaciones negativas por interferir en el comportamiento original de este mecanismo genético. Es posible que estos nuevos genes, aparentemente diseñados para activarse en contextos particulares, como el del neuro-estrés, pueda, por ejemplo, derivar en una tergiversación de los patrones hereditarios de enfermedades mentales, como la esquizofrenia, o fisiológicas, como la diabetes o los problemas cardíacos.

Pero más allá de las aplicaciones prácticas que resulten de este nuevo descubrimiento, lo cierto es que no deja de ser profundamente apasionante la idea de que a fin de cuentas nosotros, y tal vez todo aquello que conocemos como realidad, sea parte de un código. Como reza el inspirador tecno-adagio: si el mundo es código, entonces puedes hackearlo.

[Io9]