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Un estudio de la Universidad de Amsterdam muestra que la sinestesia, la amalgama de sentidos, puede ser aprendida, sin tener necesariamente un componente genético.

Una forma de sinestesia en la que las personas experimentan las letras o los números como colores se puede aprender. La sinestesia generalmente se da a partir de un componente genético, pero algunas personas han reportado experiencias sinestéticas después de ser hipnotizados. En este tono visual, Olympia Colizoli, de la Universidad de Amsterdam realizó un experimentó para saber si la sinestesia podía ser adquiridas a través del entrenamiento.

Para probar su idea los voluntarios leyeron una novela en la que algunas letras estaban escritas con ciertos colores; antes y después de la lectura los voluntarios tomaron exámenes de "agrupación sinestética" en los que identificaron la letra de en medio de una serie de letras negras que fueron rápidamente proyectadas en una pantalla. Los sinestetas se desempeñan mejor en este examen cuando una letra que experimentan en color es la letra por la cual se les pregunta.

Los voluntarios se desempeñaron significativamente mejor en el examen, en compraración con las personas que leyeron la novela en blanco y negro. Esto sugiere que la sinestesia natural se desarrolla a partir de experiencias en la infancia así como por características genéticas. Y abre la posibilidad de que si nos acostumbraramos a asociar colores con formas, y posiblemente hasta con sonidos, nuestras experiencias podrían cruzar el puente de los sentidos, hacia una relación holística con el mundo que percibimos.

El caso de los colores en las letras tiene en Rimbaud a su mejor sinesteta: "A negra, E blanca, I roja, U verde, O azul: vocales,/ algún día diré vuestro origen secreto; negro corsé velludo de moscas resplandecientes...".

El savant Daniel Tammet, un joven autista, para quien cada número entero del 1 al 10 mil tiene una forma, textura, color y sensación distintiva, describe a pi como un "paisaje deslizante lleno de colores cambiantes".

Se cree (o se creía) que la sinestesia es una cualidad que afecta a menos del 1% de la población y que tiene un origen genético (por ejemplo la familia del escritor rusoamericano Vladimir Nabokov). Pero por otra parte, en una menor medida, todos usamos la sinestesia para separar estímulos y concentrarnos en algo específico. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, cuando estamos en una fiesta y dentro del barullo podemos distinguir quien habla y con que voz, asignamos al tono de la voz una forma humana: la voz de la mujer rubia, el hombre alto, etc. Lo mismo sucede cuando escuchamos el gruñido de un perro, nos imaginamos su tamaño.

Según el estudio, dirgido por el Dr. Charles Spence, asociamos los sonidos agudos con formas pequeñas, filosas e irregulares; los sonidos graves con formas grandes y redondas. (La palabra hondo, o hollow en inglés, es redonda).

Spence se encuentra trabajando con el Fat Duck, famoso restaurant de Londres, para crear nombres armónicos para los platillos en los que los sonidos remitan al sabor.

Vía New Scientist