Aunque los científicos no han logrado explicarlo del todo, la primavera es también la temporada donde las auroras explotan, flores electromagnéticas de la conexión entre el sol y la tierra. El sitio de observación espacial Spaceweather.com hace un excelente trabajo recopilando imágnes e información acerca de los fenómenos estelares y astmósfericos; las imágenes aquí mostradas son todas tomadas en el mes de marzo del 2010 por aficionados a las auroras borealis, publicadas en éste sitio.
Especialmente las semanas cercanas al equinoccio de primavera (y también al de otoño), son fértiles para cazar auroras boreales (ver tabla de días geomagnéticos 1932-200). para los canadienses que salen a pasear a su perros en la noche, para los escandinavos que se bañan en el sauna o para los huskies de Alaska en el camino de Iditarod, mirar al cielo y ver las luces es una señal de que la primavera ha llegado.
Las auroras ocurren cuando partículas cargadas procedentes del Sol son guiadas por el campo magnético de la Tierra e inciden en la atmósfera cerca de los polos. Cuando esas partículas chocan con los átomos de oxígeno y nitrógeno, que constituyen los componentes más abundantes del aire, parte de la energía de la colisión excita esos átomos a niveles de energía tales que cuando se desexcitan devuelven esa energía en forma de luz visible.
"Los satelites han detectado cuerdas magnéticas conectando la atmósfera de superior de la tierra directamente al sol", dice Davi Sibeck, del Goddard Space Flight Center."Creemos que las partícula del viento solar fluyen a lo largo de estas cuerdas, suministrando energía para tormentas geomagnéticas y auroras".
El mismo Sibeck ha descubierto que cada 8 miuntos el campo magnético de la tierra se fusiona con el de el sol, creando un portal magnético que permite la entrada de estas partículas de alata energía.
Al parecer la conexión de cuerdas magnéticas entre la tierra y el sol, es favorecida durante primavera, aunque el sol no tendría porque saber que temporada es en la Tierra (por alguna razón se sincronizan). se trata de una cuestión de geometría: Mientras la tierra gira en su órbita, los polos magnéticos inclinados de la tierra hacen diferentes ángulos con respecto al sol; durante los equinoccios, el campo magnético de la tierra tiene una mejor orientación para "conectarse con el sol".
Existe también sepultada bajo la nieve de la memoria, el arte de la geomancia a través de las "Luces del Norte", los velos luminosos de la diosa que escriben sobre el cielo arcanos designios, que sólo algunos hombres son capaces de ller. Coordenadas geomagnéticas del destino.
Los cazadores de auroras hablan de un ritual de llamado, donde se conectan con los pulsos magnéticos de los polos planetarios, como lobos de luces, aullando por la presencia de la diosa de la policromía y los destellos. También mencionan el momento envolvente de sus aparición como el regreso al vientre maternal, la cifra ominosa del abrazo mágico.
El color característico de las auroras es el verde, un verde como el de la tabla esmeralada de los libros hermético, verde dulce, verde fluorescente como el vestido flotado de una mujer divina que llama a internarnos en la comisura de su falda, y rasgar el velo de Isis: quien con mística primaveral nos dice: "El fruto que he dado es el Sol".
