Desde finales de 2022 y las primeras semanas del 2023, algunos desarrollos de la llamada “inteligencia artificial” cautivaron la atención de millones de personas en todo el mundo porque, entre otros motivos, se volvió accesible gratuita y masivamente y, por otro lado, los resultados obtenidos provocaron la admiración de los usuarios por el grado de “perfeccionamiento” alcanzado por dichas herramientas.
Puntualmente, las aplicaciones de generación de imágenes como DALL·E 2 y el bot conversacional ChatGPT concentraron dicho interés, porque en apariencia basta con la redacción de algunas cuantas instrucciones más menos sencillas para que las herramientas generen tanto imágenes como textos de calidad notable; en el caso de las primeras, incluso con cierto toque “artístico” y, en el caso de ChatGPT, escritos que al menos en un primer vistazo tiene un grado de calidad admisible, casi al nivel de lo que se solicita actualmente en escuelas y universidades.
Esa cualidad de ChatGPT ha sonado las alarmas en centros de enseñanza escolarizados, algunos de los cuales ya han prohibido su uso entre estudiantes y pares académicos, además de que se han implementado medidas y herramientas que detectan los textos generados por una inteligencia artificial (los cuales llevan una “marca de agua” que su mismo algoritmo genera).
En ese contexto, el poeta, novelista y profesor estadounidense Joseph Fasano publicó recientemente a través de Twitter un poema inspirado (y dedicado) al “estudiante que usó la IA para escribir un ensayo”, el cual compartimos en su original en inglés, seguido de una traducción libre. Asimismo, después del poema añadimos un breve comentario al respecto.
For a Student Who Used AI to Write a Paper
Now I let it fall back
in the grasses.
I hear you. I know
this life is hard now.
I know your days are precious
on this earth.
But what are you trying
to be free of?
The living? The miraculous
task of it?
Love is for the ones who love the work.
Para el estudiante que usó la IA para escribir un ensayo
Lo diré
suavemente.
Te escucho. Sé
que la vida ahora es difícil.
Sé que tus días sobre esta tierra
son preciosos.
¿Pero qué quieres
evitar?
¿Vivir? ¿La milagrosa tarea
de vivir?
El amor es para aquellos que aman trabajar.
Lejos del enfoque prohibitivo que las escuelas y otras instituciones están adoptando frente a desarrollos de la inteligencia artificial como ChatGPT (comprensible pero quizá no del todo acertado), el poeta en cambio invita a la reflexión de quien, creyéndose más inteligente que el profesor de la clase, utiliza dicho recurso para elaborar un ensayo que quizá en su mente percibe como complicado, laborioso, aburrido y acaso hasta desagradable y fastidioso. ¿Para qué batallar con, digamos, una redacción sobre el existencialismo francés, cuando podría estar haciendo cualquier otra cosa, así sea navegar en TikTok o viendo una serie?
Pero es precisamente ese dilema, tan propio de la modernidad, el que Fasano quiere atacar. La aparente disyuntiva entre un goce inmediato (instantáneo y efímero también, menor las más de las veces) y la búsqueda de un placer mayor (tal vez más duradero, más satisfactorio y más cercano al deseo íntimo de cada cual), misma que suele vivirse como una experiencia de dificultad y adversidades.
En este sentido, el poema podría considerarse indirecta o involuntariamente freudiano. Sigmund Freud defendió a lo largo de su obra la prosecución de un placer mayor a cambio del sacrificio del goce inmediato, siendo esto un signo de madurez psicológica y emocional. Por otro lado, sostuvo la importancia del trabajo –entendido en un sentido amplio, casi como una posición vital– para alcanzar prácticamente cualquier logro de los que valen la pena en la vida.
El llamado “éxito” profesional (tomada dicha noción con ciertas reservas), la realización de la existencia, relaciones de amor auténtico (con amigos, con parejas, con familiares, etc.), la autoestima, la concreción de proyectos personales, un yo fuerte, e incluso nociones más elusivas como la felicidad y el placer: prácticamente no hay nada de todo ello, y más, que no se logre sin trabajo de por medio. O, dicho en modo afirmativo, el trabajo es condición sine qua non para buscar la plenitud de la existencia. ¿Y de qué se trata la vida si no de vivirla con plenitud o al menos intentarlo?
Así, el poema apunta a un problema fundamental de nuestra época: ¿cómo puede alguien aspirar a vivir la vida con plenitud si ya de inicio está renunciando a enfrentarse a la dificultad de vivir? ¿Cómo puede alguien descubrir su potencial, los recursos de los que dispone, sus intereses, sus talentos, sus capacidades, sus límites y, en fin, su deseo mismo y su subjetividad, si elude la tarea que lo pondrá frente a ese panorama?
Es en la redacción de un ensayo, en la elaboración de una tarea escolar, en el proyecto en equipo con compañeros de escuela, donde mucho de eso se va conformando y la persona se encuentra con aquello que mueve su vida y acaso la moverá por mucho tiempo más.
¿Pero cómo ocurrirá todo eso si de entrada se rehúye al trabajo? Si se evita, también, la posibilidad de amar el trabajo –que no es sino otra forma de decir: amar el camino que recorremos diariamente–.