'Agotado' de la vida, Jean-Luc Godard recurrió a la muerte asistida para abandonar este mundo

Este jueves se anunció el fallecimiento de Jean-Luc Godard, uno de los cineastas más destacados del siglo XX y sin duda de toda la historia del cine, quien sostuvo siempre una relación de curiosidad y desafío continuo frente al arte cinematográfico y su lenguaje.

Al margen de su obra y su genio, su fallecimiento llamó la atención también por el contexto en que se dio. Aun con estar ya en una edad avanzada, 91 años, Godard no murió por causas naturales, sino por "muerte asistida", sinónimo de eutanasia o muerte por decisión propia aunque en un ambiente totalmente controlado y cuidado.

Godard ya había expresado su conformidad con la práctica de la "muerte asistida" hace algunos años, en una entrevista que ofreció a Radio y Televisión Suiza en 2014, en ocasión de la presentación de Adiós al lenguaje, cinta suya que competía en el Festival de Cannes de aquel año. Durante la entrevista el cineasta sostuvo que, en caso de necesitarlo, estaría dispuesto a dejar este mundo en dichas condiciones.

Al final su convicción se cumplió. En tanto ciudadano suizo y residente en el país desde los años setenta, Godard pudo recurrir legalmente a la "muerte asistida" en Suiza, en donde se encuentra reglamentada desde 1937 bajo el principio de que "la cooperación al suicidio no es delito mientras no existan motivos egoístas", según se establece en el Código Penal del país.

De acuerdo con algunos familiares y amigos cercanos, Godard no padecía alguna enfermedad o alguna otra condición que lo haya obligado a tomar esta decisión sino que, según dijo uno de ellos, simplemente estaba "agotado".

Según recupera la redacción del diario francés Libération, el suicido fue un tema e interés constante de Godard a lo largo de su vida y, por consecuencia, en su obra fílmica. Eric Rohmer, también cineasta, lo encontró un día bañado en su propia sangre luego de un rompimiento amoroso particularmente inesperado. Asimismo, una pelea con Anna Karina durante el rodaje de Une femme est une femme también lo llevó a cortarse las venas, según documenta el crítico y periodista Jean-Luc Douin en su libro Jean-Luc Godard. Dictionnaire des passions.

Frente a este acontecimiento valdría la pena recordar la actitud de la escuela estoica frente al suicidio, cuyos filósofos, más allá de juzgarlo tajante e irrebatiblemente, lo consideraron una "alternativa" siempre a la mano, especialmente cuando la vida ha dejado de proveer las circunstancias para llevar una existencia virtuosa y de realización. "El sabio salva su vida al perderla", escribió alguna vez Epicteto.


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Imagen de portada: Jean-Luc Godard durante el programa 7 sur 7 de la Televisión Francesa (TF1) en 1983 (Michel Ginines/Sipa)

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