Hongos: ¿el plástico del futuro?

Como es sabido, en nuestra época el uso del plástico se ha convertido en un problema no sólo ambiental sino incluso de salud. Inicialmente, los plásticos fueron considerados una importante materia contaminante que afectaba a ecosistemas de todo tipo. Ahora, debido al uso excesivo y la descomposición lenta y gradual, han sido detectados lo mismo en el agua de los océanos que en las montañas o en suelos agrícolas y de otro tipo. En todos los casos, esto tiene como consecuencia el paso de micropartículas de plástico a organismos vivos como peces, animales terrestres y, por efecto de la cadena alimenticia, al ser humano, y hasta la fecha no se sabe bien qué efectos tendrá esto sobre el bienestar del planeta y de la humanidad.

Es claro que el plástico es uno de los materiales que tendrían que ser reemplazados tan pronto como fuera posible. Esta, claro, es parte de la dificultad, pues si el plástico es tan omnipresente –de verdad, casi no hay ámbito de lo humano donde no se le encuentre– es porque se le considera sumamente efectivo para los propósitos más diversos. 

Ese, sin duda, es el reto: ¿qué material podría reemplazar al plástico tal y como se usa actualmente y, al mismo tiempo, dejar de contaminar al planeta con residuos?

Para sorpresa de muchos, una alternativa que se ha explorado recientemente son los hongos.

Al día de hoy, varios laboratorios, investigadores y empresas han buscado la manera de desarrollar un biopolímero cuyo componente principal esté relacionado con los hongos de una manera importante. La idea de derivar un material a partir de hongos implica que el producto resultante sería altamente biodegradable y, por ende, su impacto ambiental sería bajísimo.

Entre los esfuerzos realizados, un denominador común es el uso de micelio como parte fundamental del biomaterial en cuestión. Micelio es el nombre que reciben las partes subterráneas de los hongos (que, de hecho, son la mayoría del cuerpo de estos organismos). El micelio es el conjunto de hifas que forman la parte vegetativa de un hongo. Por su acción en el subsuelo se le considera una especie de "reciclador" de la naturaleza, pues es capaz de descomponer materia que otros organismos no. En gran medida, el micelio de los hongos es el responsable de transformar productos como plástico, metales y otros en nutrientes para el medioambiente.

Como vemos, por sí solo el micelio tiene una cualidad que resulta sumamente atractiva para volverla parte de un material de uso humano: su facilidad para degradarse rápida y naturalmente, a diferencia del plástico, que puede tardar hasta mil años en descomponerse por completo.

Por si ello fuera poco, un rasgo sorprendente de los biomateriales derivados del micelio es que no son fabricados, sino que literalmente crecen solos. La siguiente imagen es un ejemplo de Hæckels, una empresa de belleza y cuidado de la piel que utiliza bioempaques para sus productos:

¿Será este el futuro de los empaques? ¿Y qué pensar de todas las otras actividades humanas donde se utiliza plástico? Sin duda estas preguntas no son sencillas de responder, pero al menos es un tanto esperanzador que existan alternativas, personas decididas a desarrollarlas y otras a emplearlas.


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Imagen de portada: Simone Sommerhalder y Michael Bernhart

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