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El uso de sustancias psicoactivas como auxiliar en procesos de terapia psicológica fue hace algunos años un campo de experimentación interesante, al menos hasta que las políticas contra su consumo se endurecieron y dejaron entonces el laboratorio para sumarse a la clandestinidad y la recreación. Luego de una época dorada de investigación científica ocurrida entre las décadas de 1950 y 1970, cuando los psicoactivos probaron ciertos efectos positivos en el tratamiento de enfermedades como el alcoholismo o el trastorno de estrés postraumático, en años recientes ciertos médicos y científicos han reavivado dicho interés para reivindicar el efecto de sustancias como la psilocibina a manera de auxiliar en el combate de la depresión o trabas emocionales como el miedo.
En este mismo sentido, una investigación publicada en el número más reciente del Journal of Psychopharmacology analiza la posibilidad de incluir el consumo de MDMA en procesos de terapia de pareja. Como sabemos, uno de los nombres callejeros de la 3,4-metilendioximetanfetamina fue alguna vez "la droga del amor” o también “éxtasis”, pues entre sus efectos se cuenta una sensación de conexión íntima con los otros, una suerte de vínculo profundo que además viene acompañado de alegría y desinhibición, con lo cual se completa este cóctel de amor súbito.
El estudio, realizado por Matthew Kirkpatrick y otros investigadores de la Universidad del Sur de California, examinó la manera en que una persona habla de quienes considera importantes en su vida bajo los efectos del MDMA. Para esto se recurrió a 35 voluntarios que habían probado ya dicho psicoactivo y con quienes se trabajó en dos sesiones: una después de haber consumido MDMA y otra después de haber consumido un placebo. En ambas los investigadores les pidieron responder un cuestionario a propósito de una relación cercana con otra persona que tuvieran en su vida. Las preguntas estaban diseñadas para evaluar sus emociones, su cognición y su interacción social.
En general, el estudio mostró que el MDMA hizo que las personas hablaran con mayor pasión sobre la relación estrecha elegida. En dichas condiciones los participantes usaron más palabras con carga sexual y otras que mostraban con mayor contundencia sus emociones tanto positivas como negativas. Asimismo, se observó una tendencia a hablar sobre el futuro y la muerte, quizá porque el MDMA también puede hacer a las personas más introspectivas.
Por estos resultados, los investigadores sugieren que el MDMA podría utilizarse como auxiliar en la terapia de pareja, pues haría que los implicados respondieran de manera más profunda ante sus emociones y las del otro y, además, provocaría que ambos se liaran en discusiones vehementes sobre asuntos de importancia para su relación. En suma, conduce a una persona a un modo de cercanía y sinceridad cuya carencia en ocasiones es uno de los principales factores que suscitan los conflictos de pareja.
Los resultados pueden parecer mínimos, pero sin duda se trata de un camino pequeño en la ruta más extensa que implica investigar científicamente los efectos de los psicoactivos sobre el état d'âme de una persona y la manera en que su uso responsable puede llevar al conocimiento de sí por la vía de la experimentación y la experiencia.
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