La física cuántica ha desafiado nuestra comprensión tradicional de la realidad, revelando que la materia, tal como la concebimos, puede no ser "real" en un sentido absoluto. Niels Bohr expresó esta paradoja al señalar que “todo lo que llamamos real está hecho de cosas que no pueden ser consideradas como reales”. Esto pone en tela de juicio la idea de que el universo está compuesto por objetos sólidos e independientes. En su lugar, la física cuántica sugiere que los átomos y las partículas subatómicas se comportan como probabilidades, en lugar de corpusculares y determinados objetos sólidos. La materia, en este contexto, parece depender de ser observada, lo que ha llevado a cuestionar la noción de que existe de manera independiente.
Carlo Rovelli, en su "física de la relación", amplía esta visión al argumentar que ni los objetos ni los sujetos existen de manera fundamental. En su lugar, lo que existe son las relaciones entre estos, desdibujando la línea entre el observador y lo observado. Esta idea resuena con la filosofía Madhyamaka de Nāgārjuna, que niega tanto la existencia inherente de los objetos como la del sujeto que los percibe. Nāgārjuna postuló que tanto la mente como el mundo carecen de existencia independiente y esencial; todo existe en relación con algo más, y nada tiene una realidad absoluta.
La mecánica cuántica, según Rovelli, demuestra que en el nivel más básico, no hay sustancia ni fondo último en la realidad. Lo que llamamos "objetos" no son más que excitaciones de campos cuánticos, estados de superposición y probabilidades. Esta interpretación lleva a la conclusión de que los fenómenos que observamos no son entidades sustanciales, sino interacciones que se manifiestan de forma relacional y temporal. Nada es permanente o sólido, lo que coincide con el concepto Madhyamaka de vacuidad (śūnyatā), donde todo carece de esencia inherente.
En este sentido, Rovelli sugiere que incluso la conciencia no juega un papel esencial en la creación de la realidad observada, lo que rompe con la interpretación cuántica convencional de que la mente del observador tiene un rol fundamental en la manifestación de los fenómenos. En cambio, lo real emerge en el momento de la interacción, no debido a la intervención de un observador consciente, sino debido a la relación entre los elementos del sistema cuántico.
Al reflexionar sobre estas ideas, encontramos un terreno común entre la física cuántica y la filosofía Madhyamaka: el rechazo a la noción de que existe una realidad objetiva independiente del observador. En lugar de ello, lo que consideramos real está en constante flujo, dependiendo de las interacciones y relaciones, y nunca es absolutamente independiente ni permanente. En última instancia, este enfoque desafía nuestras concepciones tradicionales de la realidad, señalando que el mundo que experimentamos es mucho más dinámico y relacional de lo que jamás habíamos imaginado.
Imagen: New Scientist