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El profesor Jordan Peterson, celebridad inesperada de YouTube por sus videos sobre psicología y desarrollo personal, se recupera en Rusia de una adicción a las benzodiazepinas

En especial los últimos dos años, Jordan Peterson se volvió uno de los personajes más célebres de nuestra época. Desde su canal de YouTube, Peterson se volvió una especie de gurú secular para un vastísimo tropel de personas (mayoritariamente hombres jóvenes) que al parecer esperaban ansiosos a alguien que les dijera qué hacer con sus vidas. Desde su puesto como profesor de psicología en la Universidad de Toronto, Peterson se volvió este rockstar inesperado (y polémico) del desarrollo personal y la conducción de la existencia.

Con todo, en un giro sorprendente de esta trama, hace unos días la hija del profesor, Mikhaila Peterson, anunció a través del canal de YouTube de su padre que éste había estado al borde de la muerte en una clínica en Rusia, adonde fue llevado para tratar una aparente adicción a las benzodiazepinas, medicamento ampliamente prescrito por psiquiatras en todo el mundo para tratar sobre todo la ansiedad (Valium, Xanax y Ativa son ejemplos de benzodiazepinas). 

Peterson estuvo a punto de morir porque, para tratar dicha dependencia, los médicos rusos que lo atendieron optaron por inducirle un coma clínico (aun cuando parece ser que el diagnóstico oficial fue de neumonía). En dicho estado, sin embargo, parece ser que el organismo de Peterson no reacción de la mejor manera a los medicamentos que le fueron administrados.

Actualmente el profesor está ya fuera de la unidad de cuidados intensivos del hospital. Su hija declaró que aún recibe fármacos para evitar convulsiones, y aún no puede ni caminar ni escribir en un teclado, pero su ánimo vuelve poco a poco.

De acuerdo con Mikhaila, Jordan Peterson estuvo lidiando en el último año con un estado depresivo persistente, el cual le llevó, entre otras cosas, a volverse adicto a las benzodiazepinas. Peterson incrementó su consumo de ansiolíticos luego de que Tammy, su esposa, fue diagnosticada con cáncer en abril del año pasado.  

Ante esta situación, su familia lo condujo a un par de clínicas en Estados Unidos donde, sin embargo, no recibió ni el diagnóstico ni el tratamiento adecuados, a decir de Mikhaila, quien aseguró además que en Rusia encontraron la atención precisa porque en ese país los médicos "no están influenciados por las  compañías farmacéuticas" y "tienen las agallas para desintoxicar médicamente a alguien de las benzodiacepinas".

Sin pretender establecer un juicio moral o de cualquier otro tipo, esta historia parece confirmar, una vez más, que “no hay un camino fácil a las estrellas”, como dijera Séneca el Joven, es decir, que en realidad no hay guías que puedan proveernos de procedimientos ni recetas, no hay “reglas para la vida” que puedan asegurar la consecución del bienestar o que nos indique una manera "correcta" o "efectiva" de enfrentar las dificultades de la vida. Más bien, ésta es un para cada persona un camino único que debe descubrirse y recorrerse de manera singular.

 

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