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Colectivo sueco de mujeres reclama la pornografía como una arena de expresión para la sexualidad y el placer femenino con una perspectiva de género

Una de las críticas que frecuentemente se hacen a la pornografía es que deshumaniza a las mujeres al utilizarlas como objetos de consumo, llegando incluso a desarrollar tramas y discursos que alientan la violencia sexual. Sin embargo, ése es sólo un lado de la moneda, porque también hay quienes consideran que la pornografía podría ser utilizada como una arena de expresión para las mujeres y una herramienta que les permita reclamar su sexualidad. La realidad es que a pesar de las iniciativas que han intentado erradicar la pornografía, ésta es una industria sumamente rentable y la fascinación humana por los placeres sensuales es tan antigua como la humanidad misma. Un ejemplo de esto es el papiro de Turín, en el que desconocidos artistas egipcios plasmaron escenas de sexo explícito. 

Por lo tanto quizá la pregunta sea no cómo eliminar la pornografía sino cómo desarrollar una variedad de discursos, tramas y estéticas que no solamente se basen en la gratificación masculina o en la cosificación de las mujeres. En Suecia ha surgido un colectivo que bajo el nombre de New Level of Pornography explora narrativas eróticas desde una perspectiva femenina, al tiempo que entrega al mundo su propuesta de lo que creen que debería ser la pornografía. Un ejemplo de esto es el filme Fantasía femenina el cual, de acuerdo a Zara Kjellner, su creadora y la mujer detrás de New Level of Pornography, “es feminista porque la perspectiva yace en la mujer. La fantasía es de ella y capturamos su gozo”.

Sin embargo, el hecho de que el material sea dirigido o producido por mujeres no garantiza que se haya superado la tendencia a cosificar a las mujeres o manifestar agresión contra ellas, lo cual es una muestra de cuán arraigados están estos patrones en nuestra cultura. Un estudio comparó directores de ambos sexos y demostró que el trabajo de las directoras también incluía conductas agresivas contra las actrices, lo cual racionalizaban bajo el argumento de que “mientras todos estén en control de lo que hacen, aún puede considerarse feminista”. De acuerdo con Ninja Thyberg, directora de películas como Pleasure, que aborda la vida de una actriz de la industria para adultos desde su punto de vista, “No hay reglas sobre lo que la pornografía feminista debería ser. Pero se enfoca más en el placer femenino”.

Pese a todo, quedan muchas más preguntas que certezas en el aire: ¿Deberíamos asumir que las directoras necesariamente poseen la visión para realizar trabajos con perspectiva de género sólo porque son mujeres? ¿Cómo sería la pornografía si en lugar de explotar la sexualidad femenina fuese un espacio en el que los cuerpos fueran un lugar de encuentro con el otro en una carnalidad amorosa y consensuada? ¿Propuestas como las del porno feminista sueco podrían realmente cambiar algo en la cultura de esta industria y nuestra forma de relacionarnos con el sexo, o no son realmente significativas cuando se les compara con sus contrapartes más comerciales que forman la mayor parte de la industria? Es curioso pensar que aunque no reflexionemos sobre estas cuestiones cada que damos clic en un sitio de contenido pornográfico, son justamente nuestros hábitos los que crean el tráfico web necesario para hacer estos proyectos rentables. Finalmente, la suma de las decisiones de los internautas es una de las fuerzas que moldean los contenidos de la red.

En este enlace puedes ver los cortos Eat With MeSpectrophilia, ambos de Erika Lust.