La famosa frase “Elemental, mi querido Watson” fungía como un buen cierre para las brillantes conclusiones a las cuales llegaba Sherlock Holmes después de una serie de asociaciones lógicas que precedían la resolución de un caso misterioso.
El célebre razonamiento de Holmes ilustra lo que Maria Konnikova describe en su nuevo libro Mastermind: How to Think Like Sherlock Holmes como mindfulness, un concepto carente de una traducción adecuada al castellano y que se encuentra inscrito en el poder de la concentración, de la conciencia plena, pero sobre todo de aquel “saber estar” asociado al budismo.
El concepto mindfulness remite a la propuesta de la psicóloga cognitiva Ellen Langer, cuya tesis principal residía en los grandes cambios observados en la cognición y funciones vitales de los adultos mayores que llevaban a cabo ejercicios para desarrollar la habilidad de aquietar la mente.
En el contexto de la vida cotidiana, resulta difícil imaginar a los sujetos racionalizando cada uno de sus actos. Los individuos realizan diferentes acciones de forma automatizada.
Por ejemplo, al preparar el café matutino diariamente no estamos constantemente preguntándonos los pasos a seguir o el modo de preparación a menos que algo surja; si la cafetera llegara a descomponerse necesitaríamos analizar detalladamente las múltiples opciones que nos permitirían solucionar el problema de una cafetera descompuesta (Schultz, 1995).
Según esta perspectiva, es gracias a las contingencias que podemos salir de este automatismo, porque el mundo se nos presenta al enfrentar lo que nos toca vivir –la bondad de los problemas a la cual se refiere el cineasta David Lynch como parte de sus procesos creativos.
En el caso de Holmes, su capacidad de razonamiento y su creatividad puesta en marcha posibilitaba dar con los motivos delictivos. Konnikova expone los aspectos positivos de este enfoque racional del legendario detective, mientras que su libro aporta, además, una interesante filosofía de vida: el análisis consciente de las disyuntivas cotidianas.