*

Cientos de mexicanos víctimas de un experimento cerebral

Por: Jimena O. - 12/10/2015

Al menos 194 personas recibieron implantes cerebrales experimentales que les produjeron daños irreversibles

ensenanza

Por lo menos 194 mexicanos fueron víctimas de un implante cerebral para tratar la hidrocefalia que no había sido autorizado para tratar a seres humanos, siendo así, como informa el diario El País, víctimas de un terrible experimento cerebral. La Comisión Nacional de Arbitraje Médico determinó que el aparato estaba en fase experimental y que los afectados no firmaron el consentimiento que era requerido para participar en un experimento como este. Lamentablemente, muchos de los daños que propició el implante son irreversibles.

El inventor del aparato fue Julio Sotelo Morelos, director del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirgía (INNN). Es a esta institución a quien los afectados reclaman una indemnización. De manera extraña, se les recomendó a los pacientes que durmieran sentados; si se acostaban sufrían terribles dolores de cabeza, que se acumularon causando importantes daños. Un informe de la comisión señala:

Debió informarse plenamente a la paciente de que se trataba de una investigación (...) No hay evidencia de que se hubiese otorgado esa información, de hecho, ni siquiera, pese a tratarse de una persona mayor de edad, con capacidad para ejercer su autonomía, el consentimiento le fue solicitado directamente (...) Se obtuvo la autorización como si fuese un recurso ordinario de atención médica que, reiteramos, no lo es.

El informe sugiere claramente que lo ocurrido constituye mala praxis médica, puesto que además se cobró una buena cantidad de dinero a los pacientes, que ahora exigen ser indemnizados. El doctor Sotelo Morales es un reconocido y multipremiado neurólogo que, según El País, se ha negado a contestar a las acusaciones.  

Lo anterior nos lleva a pensar si esto no es una enorme metáfora (sin desestimar los daños que sufrieron los pacientes) y de otra forma, también, vivir en México y ser expuesto a la corrupción y la negligencia de las instituciones y a una programación mediática culturalmente deplorable no es asimismo un "experimento cerebral", en el cual participamos un centenar de millones mexicanos, probablemente también involuntariamente; aunque quizás no era muy difícil descubrir --en algún momento todavía oportuno-- que el experimento estaba (o está) ocurriendo.