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Ha regresado el whisky que mandaron al espacio, y el sabor es inesperadamente distinto

Buena Vida

Por: Luis Alberto Hara - 09/10/2015

Estas son las diferencias que sufrió el proceso de maduración de un whisky que estuvo flotando en el espacio exterior por 3 años

 

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Al parecer sólo los astronautas rusos han probado las mieles del un buen coñac en el espacio. Para los estadounidenses, sin embargo, el alcohol es estrictamente para experimentos, no para consumo. Pero algunos suertudos whiskys han salido de la atmósfera para dar un paseo en la Estación Espacial Internacional. Los resultados del experimento más reciente con alcohol que se lanzó al espacio en 2011 y regresó a la Tierra en 2104 son de lo más extraños.

Mientras la combinación química del whisky no cambió demasiado, su aroma y sabor se modificaron inesperadamente. Quizá nada vuelve a ser lo mismo una vez que sale de la atmósfera. Estos son los resultados:

Antes de salir de nuestro planeta:

Aroma: muy leñoso, tonos de cedro, olor ahumado y a vinagre balsámico añejado. Tonos de pasas, melaza de caramelo, vainilla y naranjas quemadas. Muy parecido a un Ardbeg añejado.  

Sabor: paladar seco/sabores balsámicos, aceite de trébol y humo dulce. Un afrutado distante (ciruelas/dátiles), un poco de carbón y notas antisépticas. El dejo es largo, persistente y típicamente Ardbeg, con sabores a humo suave, madera de palo de rosa, alquitrán y un caramelo cremoso y dulce.

Al regresar a nuestro planeta:

Aroma: intenso y redondo, con notas de humo antiséptico, hule, pescado ahumado y una curiosa nota perfumada similar al cassis o a la violeta. Poderosas notas de madera, pistas de grafito y un poco de vainilla. Esto luego se convierte en notas muy terrosas, en un aroma sabroso a carne y después tintes de ron y helado sabor a pasa.

Sabor: un perfil de sabor muy delimitado, con frutas ahumadas (ciruelas/pasas/azúcar y cerezas), humo terroso, hierbabuena, anís, canela y tocino ahumado. El dejo es áspero, intenso y prolongado, medicamento antiséptico y humo de hule.

Así, por más que los científicos empacaron el whisky de manera que el único cambio entre la Tierra y el espacio fuera la gravedad, encontraron que el proceso de maduración no extrajo tantos químicos en el espacio como lo hace en nuestro planeta. Es decir, la evolución de los sabores cambia radicalmente en ambos lugares.

En un par de años regresarán a la Tierra algunos galones de whisky escocés que, después de este experimento, se espera vender en algunos millones de dólares a los paladares más excéntricos y entrenados.