El boyante y peligroso mercado de las drogas psicoactivas legales
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 09/08/2015
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 09/08/2015
Una de las consecuencias más desastrosas de la guerra contra las drogas es la proliferación de un mercado que no es tratado ni entendido como tal por las autoridades que penalizan el consumo y ofrecen respuestas militares o policíacas a un problema de salud pública que se agrava cada año. Y es que desde 2009 han aparecido más de 400 sustancias que prometen replicar los efectos de drogas populares como la marihuana o la cocaína; la estrategia es peligrosa pero bastante sencilla: modifica un par de moléculas de la cadena y la sustancia es técnicamente legal, por lo que puede venderse con etiquetas como "No apta para consumo humano" o ser producida en laboratorios caseros. El problema es que esa molécula modificada podría causar intoxicación a los usuarios, quienes no saben realmente qué están usando. Pero la gente que las hace tampoco conoce sus efectos.
Desde abril de 2015 se han reportado más de 500 casos de intoxicación por Spice --la hermana sintética y tóxica de la cannabis-- en el sur de Estados Unidos, lo que desencadenó una alerta sanitaria contra la sustancia; el problema es que se presenta con diversos nombres y marcas, a veces con conformaciones químicas distintas, lo que indica que su producción se mantiene siempre un paso adelante de la capacidad de las autoridades para legislar una sustancia como "ilegal". El nuevo competidor se llama AB-Chminaca, y su popularidad está creciendo en EE.UU. y el Reino Unido.
La producción de los legal highs comenzó a despuntar de manera similar a la del whisky casero durante la época de la prohibición en los años 20: luego de la destrucción masiva de aceite de safrol, un precursor del MDMA en Camboya, los traficantes buscaron sustancias de composición similar que pudieran comprar legalmente a distribuidores químicos. Encontraron que la mefedrona ofrece efectos similares a la metanfetamina, con la ventaja de que no se trataba de una sustancia controlada.
Los usuarios hicieron foros en Internet y comenzaron a buscar alternativas de drogas ilegales en el creciente mercado de los legal highs, a pocos clics de distancia en páginas como Silk Road, en la deep web; mientras tanto, los vendedores buscaban compuestos interesantes en revistas científicas para vender en las calles. Tomarlas equivale a jugar a la ruleta rusa de las drogas, porque en realidad ni siquiera los productores saben bien a bien cuáles son los efectos ni la dosificación adecuada de lo que venden.
Como ocurre con muchos otros mercados, China es uno de los más grandes productores, y una investigación de The Guardian ha demostrado cómo es posible solicitar grandes lotes de sustancias legales que emulen a casi cualquier droga ilegal que el comprador necesite. El gobierno se encuentra más preocupado por atacar la demanda que por articular un mercado regulado, lo cual parece ser la única salida razonable a la imposibilidad de etiquetar como ilegales a cientos de nuevos compuestos cada año.
Analistas como Danny Kushlick han dado en el clavo al explicar que los legal highs correrán la misma suerte que la criminalización de otras sustancias: "Los legal highs parecen haber surgido debido al éxito de las autoridades por limitar la producción de cocaína y éxtasis particularmente", pero "la demanda permanece, y los emprendedores, ya sean criminales o legítimos, entran a explotar esa demanda".
Kushlick aboga por la legalización de las sustancias menos peligrosas, como en el caso de la cannabis en Colorado, de manera que "cuando la prohibición se vaya y tengamos un mercado legal regulado para drogas que han sido usadas en algunos casos por milenios, como la cannabis, la gente elegirá éstas. ¿Por qué elegirían utilizar un polvo blanco cualquiera?".