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El Chapo y la Revolución francesa: un túnel para llegar muy lejos

Por: Jorge Graue - 08/11/2015

Con precisión delictiva, y acaso política, El Chapo bien pudo haber escogido la fecha y hora de su partida. Por ello puede dar la impresión de que se hizo hasta lo imposible por restarle un carácter político a la fuga
Tunel del El Chapo (Foto: Flickr)

Túnel del El Chapo (Foto: Flickr)

 

No puede ser casual que la fuga de El Chapo coincidiera con la visita de Estado de Peña Nieto a la República francesa. De suerte que, contra lo que niegue o ignore la mayoría, bien puede sostenerse que El Chapo no sólo quiso fugarse poniendo en ridículo a los responsables de la seguridad de nuestro país, sino en entredicho, por decir lo menos, al presidente de México durante su estancia en París, como huésped de honor en un aniversario más de la Revolución francesa.

Con precisión delictiva, y acaso política, El Chapo bien pudo haber escogido la fecha y hora de su partida. Por ello puede dar la impresión de que se hizo hasta lo imposible por restarle un carácter político a la fuga. Dentro del llamado control de daños, algún empleado con oficio debió sin duda soplarle a los chambones la inconveniencia de sumarle a las habilidades de El Chapo, el talento político de arruinarles a todos, de manera tan imprevista, no sólo aquellos días tan promisorios. Y en ello supuestamente colaboró generosamente el mismísimo Chapo, quien no se arriesgó a pegostear más la visita con otra afrenta todavía más directa, so pena de que se pudiera, por obra y gracia de alguna chiripa, descubrir su paradero con la misma tecnología que hasta entonces no había servido para nada. 

A toro pasado, se ha difundido que en París la queja subió de tono. El canciller Meade preparó durante más de 1 año recepciones y convenios y no pudo menos que disgustarse, no con El Chapo, sino con Gobernación, que era la Secretaría responsable de cuidarlo, y que dio al traste con el ánimo que privó durante todo lo que pudo perdurar el ya penoso festejo. Meade es un funcionario competente que tiene la autoridad de alertar sin contemplaciones sobre ineficiencias peligrosas. Aun sobre las ajenas. No obstante los reparos, como es del dominio público, Peña Nieto certificó la ineptitud de su Secretario de Gobernación y alentó la búsqueda del fugado, ofreciendo una cuantiosa recompensa que no provendrá de los bolsillos de Osorio Chong, que monopolizó el ridículo, sino del erario.

Quedan en duda muchísimas cosas. Por ejemplo, si El Chapo merecía compartir los sumos cuidados que se le reservaron en su momento a la señora Cassez,  quien no tuvo que pasar por la mortificación, y sobre todo por el ruido que implica esperar los meses en que un túnel debe desembocar, luego de 1 kilómetro y medio, en el piso de aquella regadera. Qué necesidad. Cuando le bastó tan sólo a la Cassez la regadera de un debido proceso. 

El Chapo dejó lo taciturno en ese túnel para volver a debutar quizá menos inhibido y más resuelto. Sabe dónde fallan las instituciones. Y de los individuos a cargo de ellas. Tuvo que escalar, corromper, a veces reptar y hasta montarse en una motocicleta para volver a delinquir a sus anchas. Habrá que aceptar que le será difícil sobrevivir pues nadie lo quiere volver a ver de nuevo encerrado y nervioso, aguardando reiniciar los viejos hábitos y, sobre todo, con la tentación política de largarse por otro de los boquetes de este sexenio, que si bien no prometen nada bueno, sí garantizan el espectáculo diario que nos dispensan sus forjadores.